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lunes, 2 de enero de 2017

POMPEYA (II)



Es  17 de octubre de 79 d.C. He  viajado a  través  del tiempo  y me encuentro   a   las   afueras  de  la  ciudad   romana   de   Pompeya, concretamente al sur, cerca de la que actualmente llaman Puerta de Stabiae. Mi  viaje tendrá por  objeto  estudiar  y  aprender  todo sobre la vida   cotidiana   de los pompeyanos poco antes de su trágico final. 

La calzada se nutre de comerciantes, ciudadanos, libertos y esclavos que salen y entran de Pompeya para hacer sus gestiones cotidianas en la ciudad. Los soldados que custodian la entrada saludan con respeto y afán a algunos de los ciudadanos prominentes a los dejan paso franco. A otros, extranjeros o extraños como yo, les detienen e interrogan sobre sus intenciones antes de dejarles pasar. 

-"Salve, ¿quid nomen tibi est?" "Hola, ¿Cual es su nombre?" 

-"Salve, nomen mihil est Máximus Décimus Meridius". "Buenos días, me llamo Máximo Décimo Meridio." he contestado en tono casi jocoso, acordándome de la película Gladiator. A continuación, le he mostrado el edicto que me permite comerciar por todas las provincias el Imperio. El soldado  ha cogido el papel, lo ha observado con detenimiento y  ha vuelto a preguntar:

-"Ex qua patria est?" "¿De donde eres?"

-"Sum ex Hispania". "Soy español"  he contestado

-"Ita prorsus, vale". "De acuerdo, adiós". ha concluido el soldado mientras me devolvía el documento.

-"Gratias tibi ago, vale". "Gracias, adios".

Una vez  dentro de Pompeya, sigo por la Vía Di Stabia. Me guío por un callejero actual ya que los romanos a excepción de unas pocas calles, generalmente no solían ponerles nombre. Las calles son un hervidero de gente. Niños corriendo para no llegar tarde a la escuela; esclavos yendo de un comercio a otro, comprando lo necesario y cotidiano para el abastecimiento de la domus de su amo; políticos y sacerdotes dirigiéndose al foro y libertos y otros ciudadanos ocupándose de sus talleres y comercios. No puedo evitar detenerme para admirar todo lo que me rodea. La tecnología y arquitectura romana es impresionante. 

Los edificios a los que llaman insulae son más altos de lo que he visto en dibujos y fotografías y poseen hasta 5 pisos de altura. Debo andarme con ojo, pues al carecer de letrinas y baños propios estas insulae, sus moradores arrojan sus inmundicias a través de las ventanas. La red viaria me recuerda a mi época actual con sus carreteras, aceras e incluso veo una especie de paso de cebra consistente en una piedras elevadas sobre la calzada que unen ambas aceras para regular la circulación entre carros y peatones. En un tramo del camino observo que hay  varios trabajadores arreglando parte de la calzada. El proceso es trabajoso pero efectivo. Los operarios han abierto una zanja de metro y medio y la van rellenando con diferentes niveles de cantos, guijarros, adoquines, arena, argamasa y arcilla. Aunque los romanos disponen de alcantarillado en muchas de sus ciudades, en Pompeya el sistema de alcantarillas  no es muy eficiente y la suciedad y desperdicios que lanzan los ciudadanos por las ventanas, son eliminados a través de la lluvia o las fuentes cuya agua rebosante   discurre por las calles hasta más allá de las puertas de la ciudad, llevándose todo a su paso. Existe un entramado de tuberías de plomo bajo las aceras de Pompeya que conducen y abastecen de agua potable a la ciudad. Pienso en los pobres desgraciados encargados de la fabricación de esos tubos ya que muchos de ellos fallecían a los pocos años por contaminación de plomo. Incluso beber el agua que pasa por estas tuberías debe ser un riesgo mortal. Grandes concentraciones de plomo se acumulan en el organismo y finalmente acabas muerto o enfermo por envenenamiento. Recuerdo haber leído un informe de la OMS  en el que recogía que en época del Imperio Romano la ingesta de plomo era 100 veces a la actual. Si no me queda más remedio que beber agua, conseguiré algo de carbón para utilizarlo como filtro  purificador de agua. 





                Tuberías de plomo para transportar agua por toda Pompeya


Continúo  mi camino y  un poco más adelante  me encuentro el Odeion o teatro pequeño. Este edificio es utilizado para representaciones musicales, teatrales y mímica. Su espacio cubierto evita que el sonido de las notas se disperse. hay una inscripción que probablemente nos dé una pista sobre su fundador. Mi latín es limitado así que pediré al traductor ubicado en mi oído una aclaración sobre la inscripción.

"C.Quinctuius C.f.Valg(us), M. Porcius M.f. duovir(i) dec(urionum) decr(eto) theatrum tectum fac(iundum) locar(unt) eidemq(ue) prob(arunt)"

"Cayo Quinto Valgo, hijo de Cayo y Marco Porcio, hijo de Marco, duoviros, por decreto de los colonos decretaron la construcción del teatro cubierto y se puso a prueba"

Más adelante y pegado al Odeion se encuentra el Gran Teatro o Teatro Grande. Leí que este edificio fue construido unos 200 años atrás y ampliado en época del emperador Augusto. Su técnica de construcción sigue el modelo griego, aprovechando su pendiente natural. Puede albergar a unos 5000 espectadores. Su revestimiento en mármol le da una belleza espectacular. 

Perdón, he escuchado unas voces en las cercanías, al oeste. Retrocedo unos metros, a espaldas del Teatro Grande y me dirijo hacia el origen de los gritos.

¡Vaya!, me acabo de dar de bruces con el llamado Cuartel de los Gladiadores y los luchadores se hallan en pleno entrenamiento. El recinto es un cuadripórtico, un amplio patio cuadrado porticado que en origen estuvo dedicado a la gimnasia y actividades culturales de los jóvenes. Ahora, convertido en cuartel, acoge  a los gladiadores como lugar de entrenamiento y vivienda. En uno de los muros se puede leer el juramento del gladiador "uri, vinciri, verberari, necari ferroque" es decir, "ser quemado, atado, golpeado y muerto a hierro". Voy a intentar echar un vistazo a través de la puerta de hierro. Parte de la palestra queda a mi vista y tengo el privilegio de observar el ejercicio de estos héroes de la antigüedad. Me llama poderosamente la atención el físico de la mayoría de estos gladiadores. Muchos de ellos tienen sobrepeso. Ya lo decía Cicerón "Tu... istis lateribus, ista gladiatora totius corpori firmitate" "Tú... con ese ancho pecho, con ese robusto cuerpo propio de un gladiador" 

No es para menos, ya que la dieta de un gladiador estaba pensada para que este cogiera peso y musculatura y estaba basada en proteínas (carne), hidratos de carbono (principalmente legumbres y cereales) y calcio, que se obtenía de beber una especie de infusión de cenizas para fortalecer los huesos. 




                                  Cuartel de los gladiadores en Pompeya 



Los gladiadores están entrenando con espadas de madera con contrapesos. Es una buena manera de fortalecer la musculatura. Se emparejan de dos en dos. Algunos, entrenan con un palo clavado en el suelo al que golpean con sus armas blancas, y otros, hacen lucha libre. Todo está muy coordinado bajo la atenta mirada del doctore o maestro. ¡Pobres diablos!, poco pueden imaginar que muy pronto el cuartel se convertirá en su ratonera, donde más de 60 personas morirán con la erupción del Vesubio. Este pensamiento me entristece y desearía gritar a los cuatro vientos el mal que se avecina, pero reescribir la historia tendría consecuencias nefastas para el futuro y me contendré por ello.

He seguido mi camino hacia el norte, girando a la derecha en la Vía anfiteatro. Allí me he encontrado con la casa de Menandro. Aquí en el futuro se encontrarán 18 cadáveres. Curiosamente, al menos 3 de esos cadáveres (dos adultos y un niño) no murieron bajo el manto de las cenizas abrasadoras sino semanas, incluso meses después. Hallados cerca del comedor, estos 3 cadáveres fueron encontrados junto a unos picos y unas palas, lo que sugiere que se trataba de ladrones de tumbas que quedaron allí atrapados. 

Al lado de la casa de Menandro se encuentra la Fullonica del liberto Stephanus, una de las lavanderías más importantes junto a la de un tal Veranius hypsaeus. Próxima a la entrada hay un cubo colocado en la calle. De cuando en cuando alguien se acerca al cubo y echa una "meadita" a cambio de una moneda. No lo niego, me intriga saber que narices harán en esa lavandería con el "precioso" líquido amarillo.

No lo puedo evitar y entro en el local. Cerca de la entrada hay 4 grandes estanques donde se lava la ropa. El olor que desprenden esos estanques me hacen comprender donde van a parar esos cubos de pis. Dentro de los estanques hay unos pobres   esclavos que se dedican a pisar las prendas como si hicieran vino en un lagar. Voy a saludar cortésmente al propietario y  preguntarle sobre la función que tiene la orina en la lavandería.

"Aunque te resulte extraño, extranjero, la orina es lo mejor que existe para limpiar la suciedad de la ropa. A diario, los fullones recogen y almacenan la orina que  nuestros ciudadanos donan generosamente. Tras unos días de reposo, el líquido está listo para cumplir su función limpiadora y lo vertemos en el estanque mezclado con agua. Las prendas son pisadas y removidas para eliminar cualquier mancha o suciedad, además del curtido de pieles. Posteriormente enjuagamos la ropa y la dejamos secar. La orina es un bien muy preciado, más cuando nuestro recién fallecido emperador Vespasiano la gravó con fuertes impuestos" 

Cierto. Recuerdo haber leído que cuando Vespasiano llegó al poder, las arcas del Imperio estaban agotadas. La creación de un impuesto sobre la orina reportó grandes beneficios al Estado. Hay que decir que Tito, hijo y sucesor de Vespasiano, no estaba de acuerdo con gravar y cobrar por algo tan asqueroso, pero cuando llegó la primera remesa de impuestos, su padre le puso una moneda debajo de la nariz y le preguntó si olía a algo, la respuesta fue que no. Entonces, Vespasiano recriminó a su hijo con esta frase "pecunia non olet" "El dinero no huele" dando a entender que no importa el origen del dinero y que es tan válido sin importar su procedencia. La verdad es que el uso de orina en el lavado de ropa es una genialidad. La orina en reposo produce una descomposición y se convierte en amoniaco.  El amoniaco es un gas incoloro de olor desagradable, compuesto de hidrógeno y nitrógeno y muy soluble en agua, que sirve de base para la formación de distintas sales; se utiliza en la fabricación de productos de limpieza entre otras cosas.

"¿Qué es ese polvo que hay debajo de la ropa?"  he preguntado al observar una cesta colocada bajo la ropa tendida, en cuyo interior  hay un extraño polvo. 

"Ah, eso es sulfuro. Sus gases ayudan a blanquear la ropa."

Observo que cerca de los estanques hay unas palanganas usadas para el encurtido. La prensa para los tejidos está cerca de la entrada y está formada por dos largueros unidos por un dintel. La prensa funciona gracias  a dos tornillos que hace girar una barra. Los tejidos fabricados sirven para confeccionar togas, túnicas, mantos (pallium), sayos, cintas (jascia). Para los elegantes de la ciudad, los industriales del lino fabricaban túnicas de lino (tunica lintea) bordadas con hilo de oro (aurata).




                Lavandería de Stephanus en su estado actual.


Me  despido de Stephanus y le doy las gracias por todo lo que me ha enseñado:

Maximas tibi gratias ago, omnia bona precor! ¡Muchas gracias, te deseo lo mejor!

He llegado a  una de las calles más concurridas de Pompeya, la vía de la Abundancia. A mi derecha se encuentra  el Thermopolium del Larario, una especie de establecimiento similar a nuestros bares actuales, donde se puede "disfrutar" de la gastronomía romana. El nombre de Larario tiene que ver con el edículo dedicado a los antepasados del dueño del establecimiento. Se trata de una especie de templete en miniatura con pequeñas columnas con capitel corintio. En su interior hay unas reproducciones de divinidades protectoras. 

Voy a entrar en el bar. Dentro me encuentro con un mostrador en forma de L y varios parroquianos apurando sus bebidas y comidas. En este mostrador hay incrustados unos recipientes de barro con una tapa de madera que contiene comida  tal como Altramuces, aceitunas, habas, garbanzos, etc. En las paredes, colgando de las estanterías hay toda suerte de embutidos, algunos en salazón y otros cubiertos de miel como medida preservante.  Una tabla muestra al cliente la lista de precios. la tabla  informa que por un par de ases  puedes beber un buen  vino y por 4 bebes falerno, el mejor vino de todos. En el mundo romano le daban mucha importancia al vino y los había de muchos tipos. El gragnano es uno de los más populares, fresco y apetecible a las gargantas resecas por el polvo volcánico. La lista de vinos es grande. El vino ordinario es la lympa, tinto, puro, sin posos. Los hay aromáticos, con nardo, mirra, betún, canela o azafrán. El gustaticium se toma en ayunas y es un vino que se toma mezclado con miel. El defritum es un vino cocido. También los hay medicinales. 


                Sobre estas líneas, Thermopolium del Larario 


Algunos comensales se encuentran comiendo de pie, junto al mostrador, mientras otros, lo hacen sentados en las pocas mesas existentes. Miro los recipientes cerámicos incrustados en el mostrador. Su inclusión es una genialidad, ya que evita la luz y el calor y conserva una temperatura permanente. Sin embargo, la limpieza debe ser complicada, ya que estos recipientes no se pueden sacar de su ubicación. Está claro que pasaré de comer aquí. 

He pedido  que me sirvan un buen vino, aunque también tienen cerveza. El mesonero me ha servido un vino que  resulta agradable y dulce al paladar. Es espeso, áspero, lijoso y fuerte, por eso es mezclado con agua fría o caliente.  Le he felicitado y preguntado sobre su elaboración. Me ha explicado que el vino dulce que he bebido se obtiene de cocer el mosto en una olla específicamente de plomo hasta reducirlo 2/3 partes.  

Sí amigo, me acabo de mamar una buena dosis de acetato de plomo. Y esa es precisamente la razón por la que los romanos hervían el vino en ollas de ese material. El plomo endulzaba el vino. Hoy se sabe que muchos de los emperadores romanos muy aficionados al vino tuvieron graves problemas de salud causados por las altas concentraciones de plomo  en el vino. Los síntomas más comunes eran irritabilidad, depresión, esterilidad, fuertes dolores de cabeza, anemia... Obviamente, la cantidad de vino ingerida no me hará mucho daño, pero si tuviera que pasar una larga temporada aquí, tanto el vino como el agua podría causarme un envenenamiento severo. 

Tras pagar mi bebida he abandonado  el local y me dirijo al oeste por la vía de la Abundancia y justo en el cruce de esta vía con la de stabia me he encontrado con las termas estabianas. En la entrada se abre un amplio gimnasio rodeado en tres de sus lados por un porticado de columnas dóricas revestidas de estuco. En el lado oriental se abren los baños públicos, divididos por género. Desde el vestíbulo se accede al apodyterium o vestuario. Muchos van desnudos, otros con una túnica corta. El  itinerario comienza con una suerte de ejercicios físicos y la toma de baño a diferentes temperaturas. Donde fueres haz lo que vieres, así que voy a disfrutar de uno de los pasatiempos más relajantes del imperio romano. 

El gimnasio está bien, he hecho unos levantamientos de pesas y he competido con un par de romanos en carreras. Les he dejado atrás por varios metros de diferencia. Alguno me ha preguntado si soy un atleta y participo en los juegos. Explicarles que practico fútbol desde niño no lo van a entender. Tras los ejercicios he pasado al frigidarium, una sala de planta redonda con cúpula, alacenas y pinturas que representan la fauna marina. Aquí es donde se toman los baños fríos. Luego he pasado al tepidarium, una sala templada que me ha ayudado a aclimatarme a la sala que viene a continuación, el caldarium, cuya temperatura es más alta y cuenta con una piscina de agua caliente en la que no debe caber más de 8 personas. En cierto modo me ha recordado a nuestros modernos jacuzzis. Por lo general el itinerario terminaría en otra sala destinada a la sauna, la sudatio pero aquí no lo he visto, de modo que he vuelto a recorrer el mismo itinerario, pero a la inversa. Cuando he terminado de disfrutar de los baños he buscado al encargado de las termas, ya que me muero de ganas de conocer su funcionamiento. 


                Caldarium con pila de agua caliente al fondo. 


Un liberto llamado Cneo me saluda afectuosamente y me muestra con gusto el  funcionamiento de las termas. El antiguo esclavo me lleva al sótano, donde un horno, el praefurnium, es alimentado por leña o carbón vegetal. Los gases de combustión pasan por un hueco en el subsuelo llamado hipocausto, conectado con pequeñas cámaras huecas en las paredes de las salas conseguidas mediante ladrillos planos fijados con pernos a las paredes  o bien por tubos cerámicos llamados tubuli, que permite un  caldeamiento general de las paredes contribuyendo  al  aislamiento térmico de las salas a la vez que evita a la vez problemas de condensación de los vapores producidos por el agua caliente de las piscinas. En verdad, este sistema es un ingenio de la tecnología y la arquitectura romana.

He salido de las termas como nuevo y decido continuar mi recorrido hacia el oeste. Acabo de llegar a uno de los lugares más importantes de Pompeya, el Foro. Se trata de una gran plaza rectangular orientada en dirección norte-sur, cerrada al norte por el Capitolium o Templo de júpiter, máximo edificio sagrado de la ciudad. El foro es el centro de la vida religiosa, civil y económica de Pompeya. En el lado este se halla el Macellum, mercado cubierto en el que se vende toda suerte de alimentos. El complejo es  de planta cuadrada y se desarrolla alrededor de una zona rectangular al aire libre en cuyo centro se encuentra una pequeña construcción circular con forma de cúpula, con doce columnas y una pila de agua. Me llega un fuerte olor a pescado, indicio de que su venta allí es más que evidente. Otros puntos de venta son los talleres  artesanales situados a lo largo del porticado que delimita esa zona. Sin embargo lo que más me llama la atención es el edificio al que hoy en día  llaman  Eumachia. Eumachia fue una matrona pompeyana que tras amasar una fortuna edificó un enorme edificio dedicado supuestamente al gremio de las fullónicas. Y digo supuestamente  porque cuando recorro  el pórtico  observo que a través de las ventanas se exponen al público varias personas. No cabe duda de que se trata de esclavos. Todos están desnudos y cada uno lleva colgando del cuello una tablilla donde se describe su carácter. No esperaba encontrarme tan triste escena. A través de la ventana le he preguntado a uno de ellos, un joven de apenas 18 años.

"Chico, ¿Cómo has llegado a esta situación?"

El joven me ha mirado en silencio intentando descifrar mi pregunta, pero no entiende una palabra de lo que he dicho. A su lado, un hombre más mayor y avispado me contesta.

-"Es frigio mi señor, no entiende una palabra de latín, mas si buscas un intérprete o un hombre de letras, yo soy tu hombre. Hablo latín, griego y persa y tengo amplios conocimientos en administración"

Si supieras hablar español sería cojonudo, he pensado. 

-"Lo siento, mi presupuesto es muy limitado y no podría costearme un esclavo paralítico siquiera." 

Siento gran pena por esa pobre gente resignada a su suerte. A su condición servil pronto se sumará la tragedia de la erupción y el final llegará tanto a ricos como a pobres y esclavos, sin que el oscuro manto de la muerte distinga raza o condición. 


Foro pompeyano, lugar religioso, político y social por excelencia


Sigo mi camino y me alejo de allí. al rato acabo en una calle donde un edificio destaca sobre el resto, ¡es un lupanar!. Solo por curiosidad entro en el edificio. En la entrada y colgando del techo me da la bienvenida una estatuilla mitad ave, mitad pene con unas campanillas que suenan cuando son agitadas por el aire. Probablemente se trate de un amuleto para alejar a los malos espíritus. El lugar está constituido por tres pequeñas celdas repartidas en dos plantas. las celdas no garantizan mucha intimidad y la cama consiste en un saco muy grande y poco higiénico, apoyado en un soporte de obra. Lo completa algunas almohadas y telas mientras que las paredes están decoradas con pequeños cuadros que muestran diversas posturas sexuales. Algunos graffiti en las paredes nos recuerda el paso de algunos clientes que quisieron dejar constancia de lo bien que lo pasaron allí: "Aquí me acosté con muchas chicas" "El 15 de junio, Hermeros se acostó con Filetero y Caphisus". Otro hombre deja constancia de haber tenido buen sexo por un denario, es decir, por 16 ases. La lista de precios va entre dos ases y el denario que pagó el del graffiti. Teniendo en cuenta que en Pompeya se bebe un vaso de vino por un as, pagar dos ases por una prostituta es realmente barato. No obstante, no compensa los problemas de transmisión sexual que me puedan contagiar. Una de las meretrices me explica que las prostitutas son de variada condición: hay taberneras, floristas, tejedoras o campesinas y a veces el sexo forma parte de la transacción con el cliente sobre el negocio que regentan. 

La imaginación que echan los pompeyanos a la hora de escribir sus graffitis es memorable. Las paredes de Pompeya están llenas de pintadas que evocan al amor, al despecho, a la gratitud o que piden el voto para uno u otro candidato. Otros graffiti incomprensibles para mí deben estar escritos en osco. Los dealbatores (blanqueadores) no dan abasto para limpiar o cubrir las pintadas. Algunas,  mencionan peligrosamente a Nerón y no tienen reparos en denunciar y dar a entender que el que molesta al emperador es eliminado por este. 

"El veneno, ministro de las finanzas de Nerón Augusto"

Se sabe que nerón utilizó el veneno para matar a los hijos de los conjurados de la coniurato viniciana en una comida y con tal acto logró engrosar su tesoro. Nunca un graffiti estuvo tan acertado.



Cartel electoral hallado en Pompeya pidiendo el voto para un tal Marco Holconio


No faltan los graffitis amorosos y románticos.

"Salud al que ame, muerte al que no sepa amar"

"Secundus saluda a Prima, allá donde esté. Te pido, señora mía, que me ames."

"Los amantes son como abejas. Viven una vida dulce de miel."

"Quienes aman, que florezcan. Que perezcan quienes no aman. Que mueran dos veces aquellos que prohíben el amor."

"Si alguien no cree en Venus, debería mirar a mi novia."


"Tú, en verdad, me guías. Cuando escribo me dicta Amor, y Cupido guía mi mano. ¡Ay ! ¡Que me muera si quisiera ser un dios sin ti!"

"Que intente encadenar a los vientos e impida brotar a los manantiales el que pretenda separar a los enamorados."

"Si tu sintieras el fuego del amor, mulero, te apresurarías mas por ver a Venus. Yo amo a un joven y hermoso muchacho; te lo ruego, aguijonea a tu yunta, vamos. Tu has terminado de beber, vamos, toma las riendas y sacúdelas. Condúceme a Pompeya, allí donde esta mi dulce amor."

"!Oh! como quisiera tener tus amados brazos rodeando mi cuello y besar tus tiernos labios. Escucha, ahora, mi pequeña muñeca, créeme, ligera es la naturaleza del hombre, y, con frecuencia en medio de una noche en vela que era para mi una noche perdida, me decía a mi mismo: Muchos a los que la Fortuna ha subido al pináculo, los tira abajo súbitamente y los precipita; del mismo modo que Venus ha unido los cuerpos de los amante, la luz del día los divide"

También los hay con sentido del humor:

"Restituta, quítate la túnica y muestra tus peludas partes."

"Amplicatus, sé que Icaro te sodomiza. Salvio lo escribió"

"A quien defecó aquí. Ten cuidado con esta maldición. Si la ignoras, tendrás a un Júpiter enojado como enemigo."


"Oh, muros! Habéis aguantado tantos graffitis aburridos, que me asombra que no os hayáis derrumbado."

"Con el embrujo de tus ojos me has hecho arder de pasión, y ahora das rienda suelta a las lágrimas por tus mejillas, pero las lágrimas no pueden apagar mis llamas."  la contestación más abajo "Los vecinos se ven obligados a intervenir en el incendio porque las llamas podrían propagarse rápidamente"

Estos graffitis, diseminados por los muros de las casas, de las tiendas y de los edificios públicos  transmiten el eco de la vida sana, ruidosa, trepidante de un pueblo que dialoga en la calle en voz alta, transformando con sus confidencias un barrio, o incluso la ciudad entera, en una sola e inmensa casa donde cada vecino se conoce.

De repente, un olorcillo a pan recién hecho inunda mis fosas nasales. Llevado por el hambre me dejo guiar por el aroma y acabo en una de las tahonas de la ciudad, la de Modesto. En Pompeya hay al menos unas 34 panaderías, pero la de Modesto es una de las mejores conservadas en el presente. 

El establecimiento es una pasada. Por lo que veo posee toda la maquinaria e instrumentos necesarios para elaborar el pan a partir del grano. Este se almacena sobre un almacén de madera que se eleva sobre pilares. Las muelas para moler el grano tienen forma cónica, con maderos atravesados que son empujados por burros o a golpe de brazos por varios esclavos. Hay unos bancos donde se amasa el pan y se imprime el nombre del patrón sobre la pasta modelada antes de meterla en un horno de ladrillos para la cocción. Colocadas en unas estanterías de madera descansan varias hogazas de pan de unos 20 cms. de diámetro con la parte superior dividida en 8 gajos o radios. 

Pregunto al panadero sobre la variedad de panes que elabora. Me dice que tiene autopyros, una clase de pan que se elabora con harina basta en la que se deja salvado. El artopticius es una pequeña torta que se cuece en un molde, el buccellatum tiene forma de bizcocho y lo utiliza el ejército en sus largas marchas por su gran durabilidad. Hay panes de trigo, de trigo candeal, de cebada, de sésamo, incluso de lentejas mezcladas con salvado. 


     Hogaza de pan carbonizada hallada en Pompeya 


Con un poco de pan  que me sabe a gloria, sigo mi camino y me dirijo a una tabernae donde alquilaré  una habitación para pasar la noche.

Ya me encuentro  en la habitación, o mejor dicho, cubículo, por su estrechez y parquedad en el mobiliario que se reduce a un jergón en una esquina. El dueño me ha ofrecido algunos servicios "extras" que he declinado amablemente. No sabía que estas tabernae ofrecían  sus esclavos a los clientes para competir con los lupanares de la ciudad.

Me he levantado temprano, tras pasar una noche casi en vela. Y es que otros clientes no tuvieron tantos reparos como yo a la hora de alquilar los servicios completos que ofrecía el dueño del establecimiento. Toda la noche ha sido un frenesí de jadeos y gritos descontrolados. Necesito un montón de cafeína para despertar, pero de momento me he conformado con desayunar algo de fruta y pan con aceite de oliva. Hoy visitaré la factoría de garum de los Cornelii, para aprender algo más sobre esta popular  salsa. 

El garum es tan importante o incluso más que el pan en la industria alimenticia. He visto que su consumición es  general en Pompeya. Tanto ricos como pobres disfrutan de este condimento que a mi parecer luce y debe saber bastante asqueroso. Por lo que leí sobre esta salsa, los más preciados se elaboraban en Cartagena o Cádiz. 

Su preparación se produce tras la maceración de ciertos peces en una salmuera de sal marina. Se trata de una autodigestión del pez por las diastasas de su propio tubo digestivo, en presencia de un antiséptico (la sal) que impide toda putrefacción; a esta autolisis se añade una cierta fermentación microbiana que provoca una maduración del producto, como sucede con los quesos.

Obviamente, para fabricar la salsa se debe disponer de grandes cantidades de sal. La salmuera está al aire libre, en cisternas de 7 a 10 metros cúbicos expuestas al sol. En esta salmuera se introducen los peces  de mar como caballas o atunes. El garum se importa desde España y en Pompeya se hacen las últimas preparaciones. Hay diferentes calidades. La primera calidad es el gari flos flos y se prepara con atunes, caballas o morenas. El residuo del garum se llama hallex que se puede preparar con anchoas. Es un condimento inferior reservado a pobres y esclavos. 


                  Factoría de salazones y garum en Baela Claudia (Cádiz)


Tras conocer y tener la oportunidad de hablar con varias personas influyentes de la ciudad, he caído en gracia entre la flor y nata de la sociedad pompeyana. Me han invitado a cenar en la villa de un pez gordo llamado Meleagro, por motivo de la boda de su hija. Intrigado, he preguntado como celebran los romanos sus bodas. Según me han contado, durante el noviazgo, los novios intercambian una promesa de matrimonio ante los padres y amigos de ambos. El novio ofrece a la novia presentes y regalos, entre ellos un anillo que ella coloca en su dedo anular izquierdo. El día de la boda se ofrece un sacrificio tras el cual, los desposados pronuncian sus votos; "Donde tú Cayo estés, yo Caya estaré", y efectúan la llamada dextrarum iunctio: se estrechan la mano derecha en señal de fidelidad. Este gesto simboliza entendimiento. Después del banquete de boda, un alegre cortejo acompaña a la novia a casa del esposo, entre cánticos y bailes. El marido entonces toma a la esposa y la cruza bajo el umbral de la casa, tras lo cual, ambos comparten el agua y el fuego antes de entrar en la cámara nupcial.

Estoy emocionado, había escuchado que los banquetes romanos eran legendarios y que pueden durar horas. Cuando he llegado al domus de mi anfitrión un esclavo ha recogido mis zapatos y mi toga. Me ha ofrecido un baño caliente perfumado, el cual he rehusado amablemente. No obstante no pude negarme a que me lavaran los pies y me los perfumaran. Luego me han conducido a una gran sala donde el dueño de la casa me ha dado la paliza explicándome las excelencias de sus piezas de valor. Una vez en el triclinium, nombre dado a  tres lechos que se colocan alrededor de la mesa, un esclavo me ha preguntado si he traído mi propia servilleta. A mi negativa por respuesta, el sirviente me ha traído una y me la ha puesto  sobre mi regazo. Parece ser que los invitados suelen traer sus propias servilletas de casa. Estas sirven para limpiarse la boca, el sudor e incluso los mocos. Además, traen su propio esclavo que permanecen a su lado para servirles en cualquier cosa y evitan que beba o coma demasiado. Me he sentido estúpido y me he disculpado justificando mi condición de extranjero ignorante de las costumbres romanas. 

Tras acomodarnos y reclinarnos sobre el codo izquierdo alrededor de la mesa, una esclava  nos ha traído una especie de palangana donde he lavado mis manos antes de comer. Los alimentos se cogen con la mano derecha mientras con la izquierda se sujeta el plato.

Para despertar el apetito, se nos ha servido el gustus o aperitivo, consistente en hortalizas, verduras, frutas, croquetas, trufas, ostras y pescado salado. Yo he optado por un poco de lechuga y dos tajos de melón. No me fiaba un pelo de la frescura y sabor de los pescados. 

Después del aperitivo, varios esclavos han  limpiado la mesa, tras lo cual se nos ha servido la prima mesa o platos principales. Había carnes de todo tipo, pollo, cabrito, cordero, jamón y toda clase de pescados y mariscos, además de una gran variedad de vísceras y entrañas. A todo esto le ponen garum, cuyo sabor repugnante me recuerda aunque de lejos a esa mezcla de anchoas y aceitunas negras que sirven en los restaurantes de la costa mediterránea, probablemente una hija bastarda de este asqueroso garum.

La secunda mesa es en mi opinión la más "comible" y consiste en varios postres tales como dátiles, fruta, dulces, pasas y vinos dulces. 

Tras la comida, hemos brindado y solicitado  la protección de los dioses para los asistentes al banquete, el emperador y la patria. Luego, en la sobremesa, hemos disfrutado de música, danza, un bufón con menos gracia que Chiquito de la Calzada y algún que otro espectáculo licencioso que omito describir por considerar bastante degenerado. 

Las luces del alba rompen la noche y un nuevo amanecer llega a Pompeya. Mientras, leves movimientos telúricos anuncian la terrible destrucción que en breve acontecerá. Yo vuelvo a mi época, con pena y rabia, conociendo lo inevitable  y dejando a merced de la naturaleza el aniquilamiento de una hermosa ciudad que ya no volverá a recuperar su esplendor.  Sin embargo, su recuerdo y memoria perdurará por siempre en mi corazón y en el de aquellos que visitan sus ruinas actualmente. 






















      

    

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