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viernes, 2 de diciembre de 2016

POMPEYA (I)

           Vista parcial de la ciudad de Pompeya. (Foto del autor)

El 24 de octubre  de 79 d.C. la ciudad romana de Pompeya había dejado de existir. Toneladas de ceniza y roca volcánica lanzadas por el Vesubio sepultó casas y mató a gran parte de su población. Solo los ciudadanos más ágiles y conscientes del peligro pudieron escapar a duras penas de esa trampa mortal. 

Aunque siempre se ha tenido la creencia de que la destrucción de Pompeya ocurrió el 24 de agosto, y así lo recoge la historiografía oficial, (basada en los escritos de Plinio el joven). Lo cierto es que la arqueología ha demostrado que el final esta ciudad romana tuvo lugar en otoño. Las ropas que vestían los pompeyanos a la hora de su muerte, el hallazgo de algunos braseros para calentarse y de algunos frutos típicos de esa época del año, confirman que la erupción del volcán ocurrió en octubre. Si fue así, ¿Por qué Plinio el joven nos da una fecha errónea?   Lo cierto es que no se conserva el documento original que nos habla de la tragedia y es muy probable que los escribas de la Edad Media transcribieran mal la fecha del suceso. 

Aunque se tenía conocimiento del  lugar e historia de la tragedia (algunos saqueadores dieron buena cuenta de sus tesoros), no fue hasta tiempos de Carlos III que se empezaron los trabajos de excavación arqueológica. En un principio solo importaba recuperar los tesoros sepultados por la lava, pero poco a poco se puso empeño en la conservación y recuperación de la historia y el expolio de la ciudad romana se minimizó. Hoy en día sabemos muchísimas cosas, no solo de la ciudad sino de la vida cotidiana de sus habitantes. Así que, hazte con un buen diccionario de latín, ponte una toga y llena tus bolsillos de sestercios y denarios porque vamos a mandarte a la Pompeya del 79 d.C., días previos al fatídico final de la ciudad romana.


RECONSTRUYENDO EL FINAL

Actualmente los trabajos de excavación continúan y aún quedan muchos secretos por descubrir. Sin embargo, con la información que poseemos podemos reconstruir parte del trágico final acaecido a sus habitantes en los momentos de la erupción.



El siguiente mapa te ayudará a orientarte allá donde vayas. 

Durante varios días antes del desenlace final, movimientos telúricos o sísmicos anunciaron lo que estaba  a punto de acontecer. Acostumbrados a esta clase de sacudidas, los pompeyanos seguían con su vida cotidiana e hicieron caso omiso a los temblores, a pesar de que en el año 62 d.C. ya habían vivido un terremoto de tal magnitud que la ciudad y sus habitantes aún estaban recuperándose. 

El 24 de octubre  por la mañana se desencadenó el Apocalipsis para esta ciudad costera de 15,000 habitantes. En una primera fase, el tapón de lava del Vesubio fue expulsado con violencia y en menos de 24 horas expulsó miles de millones de toneladas de magma, otros tantos millones de toneladas de vapores y  otros gases a una velocidad de 300 metros por segundo. Se ha calculado que la energía liberada por el Vesubio equivaldría a 50.000 bombas atómicas de Hiroshima.

Hasta las 15:00 de la tarde un polvo fino fue llevado por el viento hacia el este. Durante la mañana, Pompeya fue quedando sepultada. Hacia la 13:00 cayó una lluvia de cenizas y piedra pómez que acabaron por sepultar la ciudad y ya para las 16:00 de la tarde no quedaban rastros de vida. La ciudad de Herculano corrió la misma suerte. Hasta el 27 de agosto no dará fin a la erupción.

En 1863 alguien tuvo la brillante idea de modelar los cuerpos de los pompeyanos que iban descubriendo. Las ardientes piedras pómez se habían amontonado en los ciudadanos que iban muriendo, entonces las carnes se consumieron, pudiéndose encontrar el esqueleto completamente descarnado. Las cenizas húmedas se amoldaban estrechamente al cadáver, penetrando en todas las cavidades del rostro y en los pliegues de la ropa. Al solidificarse alrededor del cuerpo, las carnes se conservaban y las cenizas respetaban en hueco la impronta del cuerpo cuyo esqueleto quedaba así encerrado. Vertiendo yeso líquido en el interior reaparecían fielmente los rasgos y gestos de los pompeyanos en su última actitud.



Cuerpos de dos pompeyanos fallecidos en la erupción del Vesubio. Aquí se muestra la técnica de relleno utilizada para representar fielmente el último gesto de los difuntos. (foto del autor)


Muchos pompeyanos que quedaron en la ciudad creyeron que podían encontrar refugio en los sótanos, bajo las bóvedas o en pequeñas habitaciones donde esperar a que pasara lo peor. Los que huyeron fueron alcanzados por los gases sulfurosos que acompañaban a las cenizas y murieron a causa de la exposición a altas temperaturas de entre 300º y 600º. Y es que hasta hace poco se creía que la causa probable de la muerte de la mayoría de los pompeyanos había sido la asfixia debida a los gases tóxicos que acompañaban a las cenizas. La materia candente consumía sus cuerpos, haciendo que se pulverizaran instantáneamente sus órganos y fijando su osamenta. Esa pulverización permitió que no se consumieran completamente, preservando su postura. La misma provocó una bajada momentánea de la temperatura. Las articulaciones de los huesos, e incluso algunos tejidos, se enfriaron entonces y fueron recubiertos por la ceniza.

No se produjo ninguna flexión de los miembros de las víctimas. La postura de las osamentas encontradas revela la ausencia casi total de gestos de protección o de signos de agonía. Las leves flexiones observadas en los pies y en las manos no se deben a reflejos de contracción, sino que se produjeron en una fracción de segundo al contacto con el calor, inmediatamente antes de que la corriente de ceniza los petrificara en capas sucesivas. Las cenizas, mezcladas con la lluvia, se depositaron alrededor de los cuerpos, los cuales se corrompieron, pero dejaron la forma en las cenizas. 

La agonía de los animales fue tan intensa como la de los hombres. En una casa en particular, alguien se dejó olvidado a un perro atado con una cadena en el atrium. El pobre animal tuvo que luchar por su vida escalando el montón de ceniza que se iba acumulando hasta donde la longitud de la cadena le permitió. Finalmente, se dio la vuelta y en un último esfuerzo por liberarse murió. En otra casa se produjo otro drama cuando el perro devoró a su propio amo.




Si observas el mapa (17) corresponde a la casa del Fauno. Aquí, los propietarios no quisieron abandonar sus bienes y a toda prisa la dueña de la casa comenzó a juntar sus joyas más preciadas y una bolsa llena de monedas de oro. Enloquecida por las cenizas cuando huía, dio marcha atrás y entró en el tablinum, con la mala fortuna de que el techo se hundió y la sepultó con todos sus tesoros. El resto de habitantes murieron instantáneamente a causa de  las altas temperaturas en sus escondites. En este lugar se halló el famoso mosaico que representa a Alejandro Magno en la batalla de Issos.




En la casa de Pansa (23) los propietarios se habían encargado de envolver sus obras de arte más preciadas que pensaban llevar en su huida, pero al llegar al jardín las dejaron allí y huyeron. En el interior de la casa se hallaron los cuerpos de 4 mujeres que se habían encerrado y murieron.




En la casa de Salustio (25) el propietario consiguió huir pero su esposa perdió un valioso tiempo buscando sus joyas. acompañada de tres mujeres de condición modesta, murió en la calle con sus monedas, su espejo y sus joyas.

Las personas del barrio occidental creyeron que la huida a Herculano les salvaría del desastre, pero la nube de cenizas arrastrada por el viento cayó sobre ellos matándolos a todos.



En la villa de Diómedes (29) el propietario pensó que las bóvedas podían ofrecer seguridad a toda su familia y allí los condujo junto a cuatro sirvientes. Su mujer, engalanada con joyas en cuello y muñecas iba con un niño en brazos e iba acompañada de un hijo y una hija, igualmente engalanada como la madre. Se habían traído provisiones para resistir mientras durase el fin de la lluvia de cenizas. El cabeza de familia había metido en un saco de tela diez piezas de oro y ochenta monedas de plata, se había dirigido a la puerta de salida, llave en mano y acompañado de un esclavo, pero no llegaron lejos y cayeron muertos sobre el manto de cenizas. El resto de refugiados murieron ahogados por las cenizas candentes que penetraban por los lucernarios y por los gases deletéreos. la joven hija  trató en vano de esconder la cabeza bajo su túnica. Allí quedaron enterradas 18 personas.




En la villa de los Misterios se descubrieron 11 cuerpos. 3 mujeres fueron sepultadas por los escombros al hundirse la parte superior. 6 obreros murieron en el subsuelo. Otra joven murió cerca de la puerta de la villa y el portero murió en un pequeño habitáculo hermético donde se había refugiado.   

Una joven agonizante, encontró su último consuelo hundiendo la cabeza en el regazo de su madre.



En la casa de Menandro (51) dos ancianos y dos adultos se desplomaron cerca de la entrada. Los esclavos intentaron huir cuando vieron  que los lapilli alcanzaban ya los 2,5 metros de altura. Al bajar las escaleras de madera, esta se hundió y mató a los 10 esclavos que seguían el cortejo. El vigilante de los esclavos murió cuando intentaba protegerse de los gases con almohadones y cojines. Sus manos inertes dejaron escapar una bolsa de cuero con 2 monedas de oro, 90 de plata y 13 de bronce.

En otra vivienda se descubrieron los cuerpos de 7 niños que quedaron enterrados por los cascotes del primer piso.



El cuartel de los gladiadores (44) fue una auténtica ratonera. Dos gladiadores fueron encontrados encadenados sin que nadie se preocupara de su suerte. El resto se refugió en las estancias y la muerte alcanzo a 63 personas, entre las cuales había una noble dama engalanada con ricas joyas que habría ido  probablemente a seducir a algún admirado luchador. En la palestra fallecieron un cirujano que llevaba su maletín y un joven atleta. Un servidor de Isis murió mientras intentaba cruzar el patio para salvar los vasos sagrados.

Muchos otros que intentaron la huida, fallecieron aplastados por los edificios y columnas que se derrumbaban a su paso.




Cerca de la Puerta de Nocera (63) tres familias se habían reunido bajo un techo para ponerse a salvo de los lapilli. Intentaron entonces una huida desesperada. Un esclavo iba primero, llevando a su espalda un saco de provisiones. Cayó bajo el peso de su carga y el terrible viento contra el que tenía que luchar. Detrás, dos niños con las manos cogidas, les seguía una pareja con una niñita. La mujer cayó de rodillas, apretando contra su boca un trozo de tela para protegerse de los mortales gases candentes. El hombre de más edad y que cerraba la marcha se derrumbó y trató desesperadamente levantarse, arqueado sobre sus dos brazos para ayudar a los suyos y dedicarles una última mirada.

Los detalles menores de la vida cotidiana en Pompeya han permanecido inmortalizados. Un cesto que contenía albaricoques y cebollas carbonizadas descubiertas en el lupanar. 81 panes carbonizados en el horno del panadero, de forma redonda, cortados en 8 como todavía se hacen en Nápoles y los alrededores.

Aquellos que pensaron que la única posibilidad de escapatoria era la mar, se encontraron con un mar furioso y embravecido con los fondos revueltos.



PREPARÁNDOTE PARA EL VIAJE


Antes de emprender tu viaje al siglo I d.C. habrás de equiparte con lo necesario para pasar desapercibido y por supuesto, mantenerte a salvo y con vida.  

En Pompeya se habla  latín pero también griego. Cualquiera de estas dos lenguas te servirán para comunicarte fluidamente con los ciudadanos de la ciudad. Y es que la cultura griega estuvo muy presente en Pompeya política y comercialmente durante siglos. En las escuelas pompeyanas se estudiaba entre otras materias el griego. Algunas inscripciones en osco nos recuerda el pasado samnita de los pompeyanos y que aún se mantenía, sobre todo en el ámbito rural. No desesperes, si no hablas latín o griego te colocaremos un dispositivo oculto en el oído que te traducirá simultáneamente las palabras que oigas, con varias réplicas para contestar. 

En cuanto a la ropa, deberás ser muy cuidadoso con lo que vistes ya que no podrás hacerlo a tu gusto. Existen prendas que está reservadas a las élites y son exclusivas de ciudadanos patricios, magistrados, senadores o del orden ecuestre. La prenda romana por excelencia era la toga y debajo de esa toga se llevaba una túnica de lana que llegaba hasta las rodillas y  se ceñía con un cinturón en la parte de la cintura. La toga en sí era una tela en forma de medio círculo que se enrollaba alrededor del cuerpo y  que podía medir hasta unos 4 metros. Solo los ciudadanos estaban autorizados a llevarla. Esta prenda era llamada toga virilis. El calzado lo constituían unos zapatos de piel que se ataban con cordones o hebillas. 


      En la imagen podemos observar a un senador romano vistiendo una toga. 

Respecto a las enfermedades, es imperativo que tu interacción con los pompeyanos no se traduzca en un intercambio de virus que amenace vuestras vidas. Por ello, además de las pertinentes vacunas contra la peste o la viruela, entre otras, nos aseguraremos de mandarte a Pompeya con un óptimo estado de salud  y monitorizaremos tus constantes mientras te encuentres allí. Al primer signo de enfermedad o decaimiento de tus constantes te traeremos de vuelta al siglo XXI.


Te haremos pasar por un  ciudadano y comerciante romano de Hispania que llega a Pompeya con un permiso imperial para comerciar con garum hispano en esta ciudad. El garum era una especie de salsa a base de entrañas de pescado, muy apreciada por los paladares romanos.  En Pompeya había factorías  donde se manufacturaba y concluía el proceso de elaboración  de la célebre salsa que llegaba principalmente desde España.

Para mantenerte durante tu estancia en Pompeya se te proporcionará dinero de la época. En el año 79 d.C. la moneda corriente era el sestercio de bronce. La plata y el oro se atesoraba como reserva o patrimonio familiar, dejando lugar al bronce para las transacciones menores. 

1 aureus valía 25 denarios de plata, que a su vez representaban 100 sestercios. La unidad más pequeña era el as y 4 ases hacían 1 sestercio

La moneda más utilizada llevaba impresa la imagen de Vespasiano, aunque aún circulaban monedas con la efigie de Nerón. Una cuarta parte de las monedas recuperadas en Pompeya pertenecen a este último. 

Para calcular los gastos que te puedan surgir, debemos conocer antes el valor de cada moneda y producto. En este sentido Pompeya nos proporciona información muy valiosa al respecto. 


Productos alimenticios:                            

un modius (6.503 kg) de trigo:    12 ases= 3 sestercios   
un modius (6.503 kg) de trigo candeal:  30 ases= 7 sestercios  
un modius (6.503 kg) de altramuces: 3 ases
una libra (0,328 kg) de aceite:           4 ases= 1 sestercio 
una medida de vino corriente:           1 as
una medida de vino de Falerno:        4 ases= 1 sestercio

Vajilla:

un tazon:                  1 as 
un plato:                   1 as
un vaso:                    2 ases
un cubo:                    9 ases= 2 sestercios
un colador de plata:  90 denarios= 360 sestercios

Ropa:

una tunica:                 15 sestercios
lavado de una tunica:   1 denario= 4 sestercios

Animales:

una mula:                    520 sestercios

Esclavos:


dos esclavos:                5048 sestercios


Otra lista encontrada en Pompeya nos muestra el coste de manutención de una familia modesta de 3 personas para 9 días. La lista de la compra encontrada incluye queso, pescado, pan, puerros, embutido y vino, con un coste total  de 225 ases. Una media de 8 ases, o lo que es lo mismo, 2 sestercios por persona y día. Teniendo en cuenta que medio kilo de pan salía por algo menos que un as, hasta el más miserable tenía asegurado el sustento diario. 

Un pompeyano medio guardaba en su casa entre 1000 y 10000 sestercios. Cuando salía a la calle solía llevar consigo entre 2 y 20 sestercios. De modo que se concederá una asignación de 15 sestercios diarios para gastos de manutención y ocio. 

Estimado viajero, prepárate a vivir la aventura más apasionante de tu vida, conviviendo e interactuando en una de las ciudades más celebres de todo el Imperio romano. Bienvenido a Pompeya.  Continuará...

  







1 comentario:

Unknown dijo...

Me ha encantado!!!!
Gracias