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martes, 7 de junio de 2016

SEFARAD. HISTORIA DE LOS JUDÍOS ESPAÑOLES



Aunque no se sabe con certeza cuando llegaron los judíos a la Península, la leyenda dice que la presencia judía en España tiene sus orígenes en las relaciones comerciales entre el mítico reino de Tarsis  (tartessos) y el reino de Salomón. Más tarde y con la conquista de los babilonios sobre Jerusalén en el 587 a.C, parte de los judíos deportados llegarían a nuestras tierras, tal como se menciona en el Antiguo Testamento:  

“…y los cautivos de Jerusalén que están en Sefarad poseerán las ciudades del sur.” Abdías 20

 Una crónica medieval especula con la posibilidad de que algunas joyas y la mesa de Salomón acabaran en España. Lo cierto es que será a partir del año 70 d.C cuando llegue una migración masiva de judíos a nuestro país, tras la toma de Jerusalén por las tropas romanas de Tito.

Vista parcial del Arco de Tito, donde  conmemora la toma y destrucción de Jerusalén. Los romanos expoliaron el templo y los supervivientes judíos hubieron de emigrar a otras tierras como España.  

Sabemos que Sefarad era el nombre hebreo dado a la Península Ibérica y así aparece el nombre de la mano de Jonatan Ben Uziel, un judío/samaritano del siglo I que vivió en nuestras tierras. Los judíos que se encontraban en la Hispania del siglo I  se dedicaban mayormente a tareas mercantiles y comerciales. Su comunidad estaba formada por su procedencia étnica y por los hispanos que abrazaron la fe judaica, ya que el judaísmo era una religión proselitista. Es difícil establecer el número de conversos, aunque debió ser importante a tenor de las posteriores disposiciones legales contra esta fe. La principal comunidad judía se encontraba en Toledo, pero también en Elche, Tarragona, Tortosa, Mérida, etc. Sabemos que en el momento de mayor esplendor, la comunidad judía en España contó con cerca de 600,000 hebreos. 

El Concilio de Elvira, actual ciudad de Granada, acogió a principios del siglo IV a 19 obispos y 24 presbíteros de varias partes de la Península, para debatir y establecer  leyes eclesiásticas que serían recogidas en 81 cánones disciplinares. La idolatría, el homicidio, el bautismo, el matrimonio o la lujuria, entre otros, fueron los temas tratados y debatidos en este concilio.  En él se acordó algunas medidas disciplinares contra los judíos. Veamos tales disposiciones:

"Que las doncellas fieles no se casen con infieles. A los herejes que no quisieren volver a la Iglesia católica no se les dará por mujeres vírgenes cristianas. El motivo para negar el consorcio con judíos y con herejes es porque no puede haber sociedad entre un infiel y un fiel. Si los padres violasen esta prohibición, se abstendrán de la comunión por cinco años."  XVI.

 "Que los judíos no bendigan los frutos de los cristianos. Amonéstese a aquellos que cultivan las tierras, no permitan que sus frutos, recibidos de Dios como acción de gracias, sean bendecidos por los judíos, para que no aparezca vana y burlada nuestra bendición. Si alguno después de esta prohibición continuare haciéndolo, sea totalmente excluido de la Iglesia." XLIX.

"Acerca de los cristianos que comen con los judíos. Si algún clérigo o cristiano tomase sus manjares con judíos, decidimos se abstengan de la comunión a fin de que se enmiende." XL.

"De los fieles casados si cometieren adulterio con mujer judía o gentil. Si algún fiel casado cometiere adulterio con mujer judía o gentil, apártesele de la comunión, pero si fuere descubierto por acusación de otros, cumplirá cinco años de conveniente penitencia, pasados los cuales podrá ser admitido de nuevo a la comunión del Señor." LXXVIII.

Tales disposiciones fueron ampliadas a fin de atajar dos prácticas muy arraigadas entre la población cristiana granadina; la circuncisión y la observanza del sábado. Esto nos demuestra que la influencia judía en esta tierra fue muy importante y que hubo entendimiento y buena convivencia entre los pobladores cristianos y los hebreos. Con el tiempo, esta convivencia se enfriaría y se tornaría en enemistad. 

Sobre estas líneas, los nombres de los 24 presbíteros que actuaron en el Concilio de Elvira.

Con la llegada de los visigodos a la Península y la posterior conversión al catolicismo de estos, el antisemitismo y la marginación se manifestó de manera violenta. En el IV Concilio de Toledo, por ejemplo, se insta a: 

que los hijos e hijas de los judíos, con objeto de que no sean en adelante envueltos en el error de sus padres, sean separados de su compañía y entregados à un monasterio ó a hombres o mujeres cristianos que teman a Dios

Además, se obligaba a la separación de matrimonios mixtos entre judíos y cristianos en los que el cónyuge judío no se bautizara. Se les prohibió ejercer cargos públicos o poseer, comprar o vender esclavos cristianos. Incluso se dispuso la excomunión para aquel que ayudara a los judíos. 

Según pasaba el tiempo, la situación no mejoraba para los judíos hispanos. En el XVII Concilio de Toledo, celebrado en el 694, el rey Égica acusó a los judíos de urdir un complot junto a los hebreos de Marruecos, contra los reyes cristianos. Más tarde, se les acusaría de facilitar la invasión árabe de nuestra tierra.

En la Edad Media, los registros conservados nos ofrece una idea de cómo vivía esta comunidad. Recaudadores, prestamistas y comerciantes eran los oficios predominantes de los judíos. Aunque se puede hablar de cierta tolerancia y respeto a sus normas jurídicas y religión, los eclesiásticos tomaban medidas para mantenerlos alejados de los cristianos y debían llevar distintivos que los distinguiera de estos. Igualmente se les prohibía ocupar cargos que les diera superioridad sobre un cristiano y debían encerrarse en sus barrios durante el Viernes Santo para que su presencia no fuera considerada una provocación, ya que sus antepasados fueron los que dieron muerte al Señor.

     Judíos sefardíes. Pintura medieval.

El siglo XIII fue el periodo más próspero para la comunidad judía de nuestro país. Solo en Barcelona vivían 4000 hebreos en el call (barrio) de la ciudad, representando el 15% de la población total.

De acuerdo con José Luis Martín, en su libro Historia de la Corona de Aragón, entre los años 1283-1284, los judíos vieron menguar sus privilegios con medidas restrictivas y se exigió que no hubiese bailes (encargados de los bienes de la corona) judíos en Aragón, ni pudieran ejercer como recaudadores de impuestos. Tenían limitados sus derechos a raíz de la emisión de un conjunto de normas recogidas en el liber Iudiciorum, el cuerpo de leyes visigodo. Los judíos no podían tener esposas cristianas, no podían comprar esclavos cristianos y los obligados a convertirse al judaísmo debían ser liberados.

Como ya hemos visto, los cristianos no podían comer con los judíos y estos no podían bendecir sus campos. Aunque las disposiciones anti-judías aprobadas en los concilios fueron bastante duras, realmente no llegaron a cumplirse, y si se hizo fue tenuemente, de ahí la reiteración en cada concilio de ser duro con el judaísmo. Muchos obispos hacían la vista gorda a cambio de una buena suma de dinero y así los judíos podían vivir en una paz relativa. El antisemitismo hizo su aparición entre los cristianos que acusaban a los judíos de ser culpables de unas calamidades que azotaban a todos por igual, como la peste o en momentos de dificultades económicas, hambrunas o agitaciones políticas. Los ataques a las aljamas judías se sucedieron y las autoridades debieron actuar para poner fin a dichos ataques. En 1383 el Consell valenciano acuerda que ninguna cristiana entre o esté de noche en casa de judíos bajo ningún pretexto; que los judíos no alberguen a cristiana, que los cristianos no asistan a comidas o bodas de judíos. En 1391 hubo asaltos a las juderías en todos los reinos hispánicos, con matanza de hebreos en Sevilla, Barcelona, Lérida, Valencia y Mallorca. La matanza de Valencia está bien documentada. Allí numerosos cristianos se reunieron y gritaron:

Muyren los dits juheus o´s facen christians” acto seguido la multitud entró en el barrio judío y saqueó sus viviendas. Atrás dejaron unos cien judíos muertos. Igualmente en Sevilla, el arcediano Ferrán Martínez había encendido los ánimos del pueblo en contra de los judíos, desembocando en espantosas matanzas que arrasaron las aljamas de la ciudad hispalense. El efecto de estas matanzas fue inmediato, sucediéndose la conversión de miles de judíos que intentaban escapar de la muerte.

El siguiente siglo no iba a ser benévolo con la aún numerosa comunidad judía, y aunque en 1477 la reina Isabel recordaba a la comunidad hebrea de Trujillo “Todos los judíos de mis reinos son míos e están so mi protección e amparo”, un año después, en 1478, nacía la inquisición y la amenaza de ser expulsados o ser forzados a convertirse al cristianismo. Aun cuando una minoría había abrazado el cristianismo, muchos fueron acusados de judaizar, es decir, continuar con los ritos de antigua religión. Para ello se basaban en la observación de costumbres.

Los lavamientos, no comer cerdo, guardar el Sabbath, etc., eran indicios de que esa persona era un criptojudío, o sea, un converso que en privado conservaba su fe. En 1492 Con su expulsión, España perdería a unos hábiles diplomáticos, comerciantes y financieros. No se sabe con seguridad el número de expulsados, pero seguramente no subiría de los 100,000. En la época de los Reyes Católicos se estima que vivían en España unos 200,000 judíos, representando el 5% de la población. Navarra fue uno de los refugios para unos 12,000 judíos, en cuanto allí se había prohibido la implantación de la Inquisición y era un lugar relativamente seguro. Finalmente la mayoría terminaría aceptando el bautismo. 


    Expulsión de los judíos. Cuadro de Emilio Sala. Museo del Prado

De acuerdo con el Edicto Real, los judíos tenían 4 meses para poner en orden todos sus asuntos antes del exilio. Los hebreos podían llevarse sus muebles pero no podían sacar del país oro, plata, monedas, armas o caballos. Los que acabaron en Portugal, al poco tiempo se vieron en la misma situación, obligados a elegir entre el bautismo y el destierro. Los que optaron por el norte de África o Génova corrieron peor suerte y acabaron siendo esclavizados.  

Resulta paradójico que aquellos países que siempre han criticado  esta medida, fueron los mismos que en su época felicitaron a los Reyes Católicos por llevarla a cabo. Es mas, la mayoría de los afectados eran descendientes de judíos expulsados previamente de Francia e Inglaterra. Como algunos autores han expresado, los españoles no fueron más crueles con los judíos que el resto de los países europeos. La única diferencia respecto al resto de países fue que la expulsión hebrea  de España tuvo lugar en una época más tardía. La mayoría de los expulsados pertenecían a las clases más desfavorecidas, ya que los más ricos no dudaron en convertirse al cristianismo. De todos es conocido el linaje hebreo del inquisidor Torquemada. Muchos conversos ocuparon puestos relevantes en la administración, clero y sociedad española de la Edad Moderna. 

Los judíos españoles hablaban una lengua emparentada con la nuestra, llamada judeoespañol o haketía y era el idioma que se llevaron consigo tras su expulsión. Este idioma era denominado ladino (de latino) y actualmente aunque agonizante todavía es hablado por algunas comunidades. Y es que el recuerdo de la tierra de sus antepasados y el deseo de volver a poseerla, ha estado siempre presente en la memoria colectiva de los sefarditas, que generación tras generación han inculcado en su descendencia la promesa de retorno.

Uno de los máximos exponentes de la vida judeoespañola fue la música.  Los sefarditas compusieron y cantaron hermosas y peculiares canciones con un estilo propio. Las letras de estas canciones de época cantan al amor, a la naturaleza, a la madre, a los reyes y profetas, a la vida. Son letras puras y llenas de sentimiento. Algunas de estas canciones son adaptaciones al sefardí de melodías medievales. En Youtube podemos escuchar decenas de canciones sefarditas como las cantaron hace 500 años. 


Hoy en día los españoles tenemos una deuda con la comunidad sefardita y estamos obligados a pagarla. Hace unos años, la comunidad judía solicitó al gobierno español que por ley, se concediera la nacionalidad española a aquellos descendientes sefarditas que la solicitaran. Actualmente existe unas 150,000 personas que podrían acogerse a esta ley. Casi 1000 sefarditas ya han obtenido la nacionalidad española en estos últimos años. 


      Vista parcial del barrio judío en Alcalá de Henares

Algunas web recomendadas:

http://www.mcu.es/visitavirtualmuseos/museo-sefardi  En este sitio web el visitante puede acceder de manera virtual al Museo sefardí de Toledo y aprender a través de sus piezas y objetos , la vida cotidiana de este pueblo. Con una gran colección de objetos arqueológicos, este museo ofrece información muy precisa sobre cada una de las piezas mostrada al público.

http://www.redjuderias.org/ Planea una escapada a uno de los 24 lugares con encanto que te ofrece esta web. Cada uno de ellos te ofrece un recorrido a través de los hermosos barrios judíos que aún perduran en nuestra geografía.

http://www.sephardicstudies.org Página web en inglés. La fundación sephardicstudies se fundó hace 40 años y tiene como misión preservar y promover la cultura sefardita, así como el idioma ladino. 

http://www.hebreos.net/ Web en funcionamiento desde 1997, es un lugar de encuentro para todos los judíos del mundo hispanoparlante. Cuenta con chats, foros de debate y noticias de actualidad.



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