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viernes, 18 de agosto de 2017

LA II REPÚBLICA ESPAÑOLA (1931-1933)



El 14 de abril de 1931 se proclamaba la II República en España tras unas elecciones municipales muy reñidas entre monárquicos y republicanos. Para evitar males mayores, el rey Alfonso XIII salía al exilio el 17 de abril para no volver jamás. 

EL GOBIERNO PROVISIONAL (ABRIL-DICIEMBRE 1931)


Tras el exilio del Rey se creó un Gobierno Provisional presidido por Niceto Alcalá Zamora y formado por republicanos de todo signo e ideología, aunque el primer error de bulto que comete el Gobierno provisional fue elegir a los miembros de la Comisión cuando aquel no había sido elegido por las Cortes.

Una de las primeras medidas del Gobierno provisional fue la supresión de todos los signos y emblemas que recordaran al pasado. Igualmente se aprobó un cambio en el nombre de las calles ligados a la monarquía.


Sobre estas líneas, miembros del gobierno provisional.

El día 21 de abril se reconocía mediante decreto  el Consejo provisional de la Generalitat, presidido por Macià. ERC solo acataría el nuevo régimen siempre que sirviera para la culminación de su programa: la independencia de Cataluña.

El estatuto jurídico de la República establecía la libertad de creencias y cultos y la aconfesionalidad del Estado. Al principio la iglesia católica pidió a sus fieles que acataran el nuevo régimen, ya que mientras la República estuviera presidida por un católico no había que preocuparse.

El 8 de mayo se aprobaba la obligación de los terratenientes a cultivar sus tierras baldías.

Estas tres medidas formaban parte de las principales reformas que se intentaba acometer: reforma agraria, libertad religiosa y Estado autonómico. 

El 9 de mayo se decretaba que la educación religiosa ya no sería obligatoria sino voluntaria. La intelectualidad laica creía que la Iglesia era un obstáculo en el camino de la modernización. Por otro lado, la población, más visceral y pasional, desencadenaría un sentimiento anticlerical brutal con la quema de iglesias y conventos. El caos se adueñó del país y en solo dos días ardieron o fueron asaltados más de cien edificios religiosos. El 22 de mayo se decretaba la libertad religiosa.


La quema de iglesias y conventos por radicales iba a ser una constante durante todo el periodo republicano.

El nuevo régimen continuaría las reformas otorgando a las mujeres la oportunidad de ser notarias o registradoras de la propiedad. Una mujer, Victoria kent, sería nombrada directora general de prisiones. 

Siguiendo las reformas, el gobierno provisional aprobó una ley sobre accidentes laborales, un seguro de maternidad,  la construcción de 27,000 escuelas y  creó un nuevo cuerpo policial, la Guardia de Asalto. Respecto a la ley electoral se amplió el censo permitiendo el voto a los mayores de 23 años (antes era a los 25) y a las mujeres. Curiosamente el sufragio femenino tuvo más detractores que defensores. Tan solo 188 diputados de 470 votaron a favor e incluso algunas voces de izquierda, como Indalecio Prieto se manifestaron en contra.

Una medida problemática iba a ser la reforma militar. El exceso de oficiales y altos mandos obligaba a su reducción. había más de 26,000 oficiales cuando no debían superar los 7,600. El 26 de mayo se eliminó el rango de capitán general y se rebajó el periodo del servicio militar a un año. Manuel Azaña como ministro de Guerra ofrecía al que lo deseara el retiro con una pensión vitalicia que incluía el salario íntegro. Aunque algunos oficiales aceptaron creyendo que la medida era necesaria, otros montaron en cólera acusando a Azaña de querer destruir el cuerpo de oficiales con sobornos. En junio, Manuel Azaña anunciaba que revisaría todos los ascensos aprobados durante la Dictadura. Además, clausuraba la Academia Militar de Zaragoza, dirigida por el general Francisco Franco. Si en un principio ejército e Iglesia aceptaban el nuevo régimen, los acontecimientos de las últimas semanas estaban minando esa confianza. 



LOS PARTIDOS POLÍTICOS

El 4 de junio se decretaba elecciones para el 28 del mismo mes. Pronto, comenzaron a concurrir a las mismas, grupos de toda clase de tendencias políticas.


Los partidos políticos de izquierda iban a tener un papel fundamental y casi protagonista durante los primeros años de la República.

La derecha estaba representada por un monárquico, Ángel Ossorio. El partido, llamado Acción Nacional agrupaba a agrarios, algunos tradicionalistas y varias candidaturas monárquicas independientes.

En otra línea, también se presentaban las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS) de corte totalitario y contrario a los partidos y al sistema democrático.

El centro estaba representado por la Lliga Regionalista Catalana, la Derecha Liberal Republicana, los Liberales Demócratas, el PNV, y el Partido Republicano Radical

Como partidos de izquierda debemos mencionar a los Radicales socialistas, Acción Republicana, ERC, ORGA, Acción Nacionalista Vasca, PSOE y con menos influencia el Bloque Obrero y Campesino y el PCE.

Las elecciones del 28 de junio dejaba como vencedor a la Conjunción republicano-socialista. El partido más votado sería el PSOE con 100 diputados. Sin embargo, hasta 19 partidos obtuvieron representación parlamentaria, lo cual podría dificultar la gobernabilidad. El historiador Stanley Payne cuenta que la alianza entre republicanos y socialistas no podía durar porque había muchas discrepancias. A su juicio, los verdaderos demócratas eran los republicanos moderados ya que los republicanos de izquierda pretendían reformas demasiado radicales. Y es que el proyecto socialista aspiraba a una revolución social.

Mientras tanto, la CNT la armaba gorda a raíz de un conflicto con la Telefónica. Durante todo el mes de julio se sucedieron huelgas virulentas por toda España. En Sevilla, donde los disturbios  eran más graves, el gobierno declaraba el estado de guerra. El ejército llegó incluso a bombardear una taberna  donde se habían hecho fuertes los anarquistas.


EL BIENIO REFORMISTA (1931-1933)  


En diciembre de 1931 se aprobaba una Constitución que sería fiel reflejo de los partidos que gobernaban en ese momento, lo cual suponía un error, ya que en conjunto la sociedad española era menos revolucionaria de lo que el texto reflejaba. Los principales rasgos de esta Constitución eran:

Soberanía Popular. España como una República democrática  de trabajadores de todas clases.

Poderes del Estado. 

El Poder ejecutivo lo ostentaba el Presidente de la República con escasos poderes y el jefe de Gobierno, nombrado por el Presidente de la República pero refrendado por las Cortes. 
El Poder legislativo queda en manos de unas Cortes unicamerales. El Poder judicial quedaba en manos de los Tribunales de justicia.

Se reconoce el derecho a las autonomías.


Sufragio universal. Derecho a voto para hombres y mujeres mayores de 23 años.



Libertad de culto.


Manuel Azaña, jefe de Gobierno estaba dispuesto a erradicar toda influencia y privilegio de la Iglesia católica. El artículo 26 que pretendía eliminar del presupuesto las contribuciones al mantenimiento del clero secular y la obligación de la Iglesia a declarar sus bienes chocaba incluso con algunos republicanos convencidos. En este sentido, Alcalá Zamora y Miguel Maura dimitieron. Hasta Ortega Gasset y Unamuno mostraron su descontento acusando al nuevo gobierno de exagerado anticlericalismo. 

La votación se saldaría con 178 votos a favor, menos de la mitad, pero la polémica ya estaba servida y se había trasladado a la calle, donde unos y otros apoyaban o rechazaban a la Iglesia. En enero de 1932 se aprobaba la disolución de la Compañía de Jesús y se nacionalizaban parte de sus bienes. Además, ya no habría distinción entre entierros civiles y religiosos, por lo que el que lo deseara podía enterrarse en una ceremonia laica. Sin embargo, en Madrid se registraron 7,859 entierros cristianos por 134 civiles. También se retiraban los crucifijos de las escuelas y en febrero se aprobaba la Ley del Divorcio.


José Ortega y Gasset fue un fervoroso defensor de la República, llegando a ser diputado por la provincia de León. Gasset acabaría desencantado con el régimen acusándolo de sectario y radical.

Las cofradías sevillanas decidieron como protesta no salir en las procesiones de Semana Santa. Solo la de la Estrella decidió salir, con la mala fortuna de que un grupo de incontrolados apedrearon al Cristo de las Aguas y pusieron dos petardos a la Virgen de la Estrella. Días más tarde la Iglesia de San Julián era pasto de las llamas.

En diciembre de 1931 los habitantes de Castilblanco (Badajoz) ligados a la FNTT convocaban una huelga para protestar por su situación laboral. Cuatro guardias civiles habían recibido la orden de impedir la concentración, cuando la multitud se lanzó contra ellos golpeándolos y matándolos  a cuchilladas. Este caso sería el de muchos otros más a lo largo de los años sucesivos.

Con la República afloró la masonería. Tusell dice que había 5000 masones en España y 149 de ellos figuraban en las Cortes Constituyentes.

La reforma agraria que tanto anhelaban los trabajadores del campo sería uno de los temas más espinosos del gobierno. El proyecto no prosperaría y fue bloqueado. Para unos era demasiado conservador y para otros demasiado radical. Así, el gobierno prefería mirar hacia otro lado y aparcar de momento esta reforma.

Se abolieron los títulos de nobleza y se dieron instrucciones específicas a los carteros para no entregar el correo dirigido con títulos nobiliarios.

Hubo una purga en la Administración civil por incompatibilidad´ con el nuevo régimen. Además se abolió el horario de verano solo porque lo había establecido la Dictadura. Muchos se negaron a aceptar el cambio.

Otro problema fue el recorte de la libertad de prensa. Los periódicos anarquistas eran sometidos a una censura previa a su publicación. La República se veía amenazada y temía por su futuro e integridad.

En mayo de 1932  se abría el debate parlamentario. La Constitución reconocía a España como un Estado integral. Esto es debido a que la República no podía ser de carácter federal, ya que eso equivalía a entender que España era el resultado de reunir partes dispersas.

El 10 de agosto el general Sanjurjo intentó un golpe de Estado fallido contra el nuevo gobierno. Sanjurjo aseguraba que la sublevación no era contra la República sino contra unas Cortes ilegítimas. El levantamiento, bautizado como la Sanjurjada tenía todos los visos de fracasar. Primero, el gobierno tenía conocimiento del levantamiento; segundo, el pueblo no se sumó a la sublevación. El gobierno condenó a Sanjurjo a cadena perpetua, aunque algunas voces pedían su ejecución.

El 9 de septiembre se aprobó el Estatuto Catalán y el día 15 la Ley de Reforma Agraria. El proyecto pretendía beneficiar a 60,000 campesinos, pero al final solo tomarían posesión de sus nuevas tierras 4,300. Así, la reforma no dejó a nadie contento y lo único que hizo fue sumar enemigos al gobierno entre terratenientes y los propios jornaleros.


Este gráfico resume perfectamente los principales objetivos del bienio progresista. 

En noviembre se crearon los jurados mixtos en materia laboral para proteger al jornalero frente a los patronos y ofrecer al trabajador unas condiciones de vida más dignas. Sin embargo, pronto se convertiría en un instrumento dirigido y controlado por la UGT



PROBLEMAS PARA EL GOBIERNO

La CNT (Confederación Nacional del Trabajo) se mostraba indignada y marginada con el nuevo gobierno, y sus afiliados comenzaron a producir alborotos. CNT y FAI (Federación Anarquista Ibérica) producían disturbios entre sí por el control del sindicato. La FAI especialmente sería una pesadilla para el gobierno.

La crisis económica contribuiría a restar estabilidad al gobierno. Los nuevos propietarios no podían hacer frente a sus obligaciones impuestas por los jurados mixtos y se vieron en la obligación de abandonar el campo.

La imprevisión del ministro de Agricultura se hizo patente cuando intuyendo una mala cosecha de trigo, cítricos y carbón decidó importar 250,000 toneladas del extranjero. Finalmente la cosecha fue buena y los agricultores se vieron en la obligación de bajar los precios hasta arruinarse. Para evitar una nueva depreciación de la peseta, el gobierno hizo frente  a los pagos a plazos y con intereses.

Las continuas huelgas en la industria del acero ralentizaba la producción y las exportaciones bajaron. Aunque es cierto que los salarios subieron sin que lo hicieran los precios, el paro creció y las industrias de construcción se paralizaron.

Pero la puntilla al nuevo gobierno llegaría en Casas Viejas, una mísera y pobre aldea cerca de Jerez. Las tierras habían pertenecido al duque de Medina Sidonia y estaban señaladas para su expropiación. Sus habitantes, pertenecientes a la CNT estaban liderados por un viejo anarquista del lugar, llamado Seisdedos.  Comunicando a sus allegados que había llegado el momento de la revolución y el comunismo libertario, cogieron garrotes y fusiles hacia el cuartel de la Guardia Civil instando a los guardias a deponer las armas y disfrutar en común de las tierras de los ricos. Al intercambio de disparos le sucedió posteriormente un asedio al cuartel por parte de los habitantes del pueblo. En otros puntos de España ya habían muerto 37 personas y herido más de 300 días atrás. A fin de evitar más insurrecciones, Azaña envió tropas a Casas Viejas,  acorralando en su casa a Seisdedos junto a sus correligionarios. El enfrentamiento terminó con la casa del líder anarquista en llamas y 3 guardias civiles y 22 rebeldes muertos. Los periodistas allí desplazados descubrieron cuerpos quemados vivos, 12 fusilados tras la neutralización de la revuelta y asesinatos a sangre fría. Azaña quedó en mal lugar cuando los periodistas entrevistaron al capitán Rojas, el encargado de acabar con la insurrección. Este contó que las órdenes habían sido "ni heridos ni prisioneros" y que Azaña había dicho sin titubeos "los tiros a la barriga". Para muchos, este episodio era el fracaso del sistema.


Los acontecimientos de Casas Viejas dejó casi tocado y hundido al gobierno progresista.

Sin entrar a valorar ni justificar lo acaecido en Casas Viejas, lo cierto es que los cientos de braceros de Jerez que se dirigían a la aldea para continuar la revuelta fueron  disuadidos ante la contundencia mostrada por la Guardia de Asalto. 

El Gobierno de Azaña estaba tocado y los partidos políticos lo definieron como de "barro, sangre y lágrimas". Republicanos y socialistas estaban enfrentados. Incluso perdieron la confianza de la clase trabajadora. El año 1933 iría cuesta abajo para el régimen.

1933 fue el auge del fascismo y el ascenso de Hitler en el gobierno alemán. En febrero nacían dos nuevas organizaciones derechistas, Renovación Española y la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) liderada por Jose María Gil Robles y que integraba a Acción Popular, agrarios y pequeños partidos católicos. Contaba con más de medio millón de afiliados y su programa se adecuaba completamente a la República.

En abril se celebraron elecciones municipales y el Partido Radical fue el más votado. Los socialistas habían perdido apoyo y la derecha había sacado poco más del 25% de los concejales elegidos. Ante el avance de la derecha, Alcalá Zamora, presidente de la República solicitó al gobierno que frenara los impulsos reformistas, sobre todo en el tema religioso. Sin embargo, Azaña quería llevar su voluntad laicista hasta las últimas consecuencias e impulsó la Ley de Congregaciones Religiosas, que impedía a las órdenes religiosas dedicarse al comercio, la enseñanza y la industria. No solo se desplazaba a la Iglesia de la educación sino que se la impedía mantenerse por sí misma. Las protestas se sucedieron y algunos círculos moderados se tornaron en conservadores.

En octubre de 1933 nacía Falange Española, de la mano de José Antonio Primo de Rivera. De inspiración fascista, el objetivo de esta organización sería construir un Estado autoritario y nacionalsindicalista. Los falangistas estaban en contra del marxismo, el liberalismo, el laicismo, el capitalismo y el separatismo. Creían que la monarquía ya había cumplido su papel histórico y por tanto se consideraban republicanos.


La Falange de Primo de Rivera, fusionada con las JONS tendría un papel importante durante el conflicto civil.

Socialistas y radicales se despellejaban entre sí y las elecciones que se presentaban a finales de 1933 estarían representadas por marxistas y antimarxistas. No importaba quien ganara, los partidos perdedores no iban a aceptar su derrota. España estaba muy dividida. 

Las elecciones dieron como vencedor a la CEDA con 113 escaños, superando los 100 del PSOE de 1931 y que en estos comicios solo sacaron 58. El Partido Republicano Radical sería segundo con 80 escaños y los mencionados socialistas terceros. 21 partidos obtubieron representación parlamentaria. El Partido Socialista perdía casi la mitad de sus escaños. A pesar de la victoria de la CEDA, Alcalá Zamora llamó a Lerroux a gobernar. En una España caótica de izquierdas y derechas, el Centro de Lerroux podía aportar estabilidad al país y así lo hizo saber a unos y otros. En diciembre Lerroux formaba gobierno con mayoría de ministros radicales, excepto dos independientes. Este segundo error de Alcalá Zamora al no llamar a gobernar al partido más votado, demostraba a los partidos de derecha que  jamás se les permitiría estar al frente de la República.



La CEDA de José María Gil Robles ganó ampliamente  las elecciones de 1933, sin embargo, el presidente de la República, Alcalá Zamora decidió llamar a gobernar a los radicales de Lerroux. 

El año terminaría con nuevas huelgas y manifestaciones anarquistas. El 8 de diciembre hacían explotar hasta 7 bombas. En Zaragoza combinaron las protestas con los atracos. Fue detenido el líder anarquista Buenaventura Durruti, que ya contaba con un amplio historial carcelario. El balance de las protestas a final de mes era desolador; 11 guardias civiles muertos y 18 heridos, 75 civiles muertos y 101 heridos.












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