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domingo, 21 de agosto de 2016

LOS DOS AMIGOS









Alonso y Rodrigo eran grandes amigos. Ambos habían nacido y crecido muy cerca el uno del otro, ya que las familias de los dos jóvenes eran vecinos desde hacía varias generaciones. Desde niños habían forjado una amistad tan inquebrantable que superaba todas las pruebas y desafíos que pudiera amenazarla. Tal amistad solo podía calificarse con el dicho popular de que eran “uña y carne”.

Al terminar los estudios elementales de primeras letras los dos jóvenes se ocuparon en la cantera, para trabajar como picapedreros, como antaño ya habían hecho sus padres. En una villa tan pequeña las oportunidades de trabajo no abundaban y al fin al cabo, era una ocupación tan digna como otra cualquiera. De momento el matrimonio no entraba en los planes de los dos amigos, que a pesar de su condición pobre y sus ropas humildes eran bien parecidos y apuestos y no les faltaban las oportunidades, aunque sus aventuras amorosas no iban más allá de simples escarceos sin compromiso. Además, en la villa, las oportunidades de hallar una digna y hermosa esposa escaseaban, pues no había moza agraciada que realmente hiciera enloquecer y suspirar los corazones de los muchachos. No obstante, ambos soñaban y anhelaban con el día en el que se desposarían y emparentarían la progenie del uno con la del otro, para así perpetuar su amistad en un lazo familiar.

Una mañana de domingo y como cada semana, Alonso y Rodrigo acudieron a la misa vespertina de la parroquia local. El cura se acercó al púlpito y antes de comenzar el sermón dijo:

-“Antes de dar comienzo a mi sermón quisiera reconocer la presencia de Margarita, la hija del corregidor que ha regresado a nuestra villa tras pasar 8 años en la capital del reino.”

Intrigados y curiosos, los dos jóvenes estiraron sus cuellos para poder observar a la recién llegada. Margarita no les era desconocida, la conocían desde la niñez, mas nunca había despertado en ellos ningún interés sentimental. Sin embargo, cuando la joven en cuestión se levantó para saludar a la multitud, Alonso y Rodrigo quedaron atónitos a causa de la visión angelical que se desplegaba ante sus ojos. La otrora jovencita fea y mimada se había convertido en la mujer más hermosa que habían contemplado nunca, semejante a Afrodita hecha carne. Su pelo era largo y recogido en cascadas de tirabuzones, tan rojo como el fuego, con unos ojos verdes como esmeraldas y una mirada penetrante y sensual. Sus labios carnosos se asemejaban al coral y su figura podía competir con las mismísimas ninfas y diosas del olimpo. De repente los corazones de los dos jóvenes se agitaron, movidos por la pasión y un sentimiento ardiente de amor puro y locura.

-“Creo que me he enamorado” dijo Rodrigo

-“Yo también, amigo mío” replicó Alonso

En ese momento ninguno de los dos era consciente de que enamorarse de la misma mujer solo podía traer nefastas consecuencias.

Cuando terminó la misa, los dos muchachos procuraron encontrarse con la hermosa dama, y así, cuando tuvieron su oportunidad, ambos expresaron los deseos de su corazón, solicitando permiso para cortejarla. Margarita los miró de arriba abajo y tras meditarlo les dijo:

-“Vuestras palabras me honran, y de cierto os digo que cualquier dama se sentiría halagada por la oportunidad de escoger entre dos varones apuestos y gallardos, mas no soy como las demás mujeres, pues alguien de mi alcurnia debe aspirar a los caprichos y presentes que merecen mi posición. Obviamente no parecéis la clase de hombres que puedan proporcionarme dichos caprichos. Quizás me habéis confundido y me tenéis en tan baja estima que creéis que debo contentarme con vuestros escuetos sueldos, pretendiendo darme una vida de miseria y penuria".

-“habláis con acierto mi señora, pues ninguna de las mozas de esta villa puede compararse con vuestra belleza y dignidad, y aunque a mi corazón le pese, ciertamente merecéis una vida acorde a la de una reina. A pesar de mi juventud soy hombre capaz, industrioso y de gran inteligencia, por eso y si vos estáis de acuerdo con esta resolución, os prometo que en el plazo de 4 años volveré a esta villa cargado de las riquezas que vuestra posición demanda.” Contestó Rodrigo.

-“Pues yo os prometo conseguirlas en 3 años, pues me sobra arrojo, fuerza y astucia para obtener riquezas.” Replicó Alonso.

-“Sean pues 3 años” contestó Rodrigo con aire desafiante

-“id y haced como bien os pareciere, mas no volváis sin fortuna. 3 años es tiempo prudente y razonable, pues aún soy joven para casarme y puedo esperar, y si es que lográis vuestro propósito entonces accederé gustosa a vuestro cortejo” Sentenció la muchacha.

Tras despedirse de la joven, Alonso y Rodrigo se enzarzaron en una discusión acalorada, acusándose mutuamente de interferir en la felicidad del uno y del otro.

-“Mal amigo, ¿así honráis nuestra amistad, destruyendo los deseos y anhelos de mi corazón?”- dijo Alonso.

-"Sois vos quien interferís en los asuntos del corazón y destruís los sueños y esperanzas de un amor puro. Un amigo de verdad no se opone a la felicidad del otro".- Contestó Rodrigo

Y así, la amistad de tantos años llegó a su fin en cuestión de minutos. Ese mismo día, con firmeza y resolución ambos jóvenes empaquetaron sus escasas pertenencias y cada uno anduvo por caminos diferentes hacia un destino incierto, tras la búsqueda de una fortuna que les concedería el amor de sus sueños. Alonso optó por buscar riqueza en el recién descubierto Nuevo Mundo y embarcó en la primera nave que salía hacia las Indias. En pocos meses y aprendiendo todo lo relativo al comercio y los negocios consiguió labrarse una pequeña fortuna a través de un lucrativo negocio de contrabando, con comerciantes ingleses y holandeses.

Rodrigo por su parte se enroló en los Tercios, donde pudo demostrar su arrojo y valía en la batalla, valiéndole por ello diferentes ascensos hasta llegar a capitán y obtener cuantiosa riqueza en el campo de batalla y en los sacos de las ciudades enemigas.

Así, los dos jóvenes obtuvieron ventaja de sus viajes y aventuras, de modo que, con las manos llenas, ambos regresaron a su villa en la fecha previamente señalada. Casi sincronizados, Alonso y Rodrigo llegaron a las puertas de la hacienda de su amada. Ambos vestían ricamente, sus cabellos estaban bien cortados y peinados y los dos portaban a la cintura espadas, cuyas empuñaduras finamente labradas, sobresalían por su riqueza. Alonso miró a Rodrigo de arriba abajo y percatándose de que vestía un uniforme dijo:

-“Veo que la fortuna os ha sonreído, supongo que es lo que tiene cuando en el campo de batalla robáis al cadáver de vuestro enemigo ¿verdad soldado?”-

-“No soy soldado, soy capitán, y sí, tenéis razón, he expoliado los cadáveres de muchísimos enemigos a los que maté con mi propia espada o mi arcabuz. Si os parece tan indigno deberíais mirar vuestra propia conciencia, pues no me es desconocido que vos os dedicáis a pertrechar a los enemigos de nuestro rey.”- respondió Rodrigo

-"Touché capitán, no obstante perdéis vuestro tiempo aquí, si creéis que por llevar ese uniforme seréis el elegido erráis plenamente, ¿pues qué futuro de angustia debe aguardar a la dama cuyo marido puede morir en cualquier guerra?"

-“Os equivocáis una vez más, pues mis tiempos de guerra ya acabaron y ahora sirvo en la propia guardia del rey, un muy noble oficio y honor que su majestad me dispensa. Quizás deberíais preocuparos por vos mismo y de vuestras riquezas ilícitas, obtenidas de manera fraudulenta.”- sentenció Rodrigo

Alonso visiblemente molesto desenvainó su espada y replicó:

-“¿Me estáis llamando ladrón?”

-“¿De verdad creéis que os conviene batiros a espada conmigo?” dijo con calma Rodrigo.

Alonso recapacitó por un momento y tras envainar de nuevo la espada lanzó un puñetazo en el mentón de Rodrigo que le pilló por sorpresa. Entonces ambos jóvenes se enzarzaron en una pelea a puñetazo limpio. Los dos estaban equiparados en fuerza y destreza y ninguno prevalecía sobre el otro. Tras varios minutos de intercambio de golpes y con las fuerzas al límite, Rodrigo tomó aliento y mirando a su rival dijo:

-“¿Qué estamos haciendo? ¿Por qué peleamos? Nos conocemos desde niños y nunca existió nada en nuestras vidas que pudiera separar nuestra amistad. Durante mis viajes he conocido a cientos de mujeres a cual más hermosa la siguiente que la anterior y esta no le hace sombra a ninguna de las que conocí. Amigo mío, si es el deseo de vuestro corazón y realmente amáis a Margarita os dejo vía libre para que podáis expresar vuestros sentimientos deseándoos una vida dichosa para los dos.”

Alonso agachó la cabeza y avergonzado confesó:

-“habláis con acierto amigo mío, sobre todo en lo referente a nuestra amistad y las hermosas damas que se han cruzado en nuestro camino, pero no, no albergo sentimientos de amor hacia Margarita, al menos ya no, todo mi afán y esperanza al venir hoy aquí era retomar nuestra amistad perdida. Durante estos años, conocidos he tenido muchos, mas verdaderos amigos solo lo habéis sido vos.”

“Pues tenéis extraña forma de demostrarlo, mis carrillos escuecen bastante. Vuestros buenos puños son fuertes como el acero, jajaja. Pero os entiendo, yo mismo recelaba sobre cuál sería vuestro comportamiento de hoy, y he estado en guardia en todo momento. Si bien os parece, olvidémonos de este asunto, retomemos nuestra amistad y marchemos a la taberna para ponernos al día sobre nuestras aventuras en estos últimos 3 años.” Dijo Rodrigo

Alonso asintió mientras intentaba secar la sangre que manaba de su labio. Estaban a punto de marcharse cuando la puerta de la hacienda se abrió y una mujer con rostro visiblemente enojado miró a los dos jóvenes mientras preguntaba:

-“¿Qué escándalo es este?”

Los jóvenes no atinaron a decir nada, solo estaban perplejos al contemplar a la mujer que antaño había robado sus corazones. Sin embargo, Margarita había dejado de ser aquella hermosa y radiante dama y ahora era un espejismo de lo que un día fue años atrás. Y es que la joven, poco tiempo después de que sus enamorados marcharan a la aventura, tuvo un escarceo amoroso con el hijo del panadero, un apuesto y gallardo joven cuya labia y artes amatorias enamoraban y enternecían los corazones más duros. Fruto de ese encuentro fue un embarazo que obligó a los dos amantes a contraer matrimonio. La naturaleza es muy caprichosa y en cuanto la hermosa dama dio a luz, su metabolismo cambió, perdió la figura y se dedicó a comer sin cesar los dulces y pasteles que su marido por su oficio elaboraba. La joven ya había engordado más de 40 kilos y su belleza de antaño estaba completamente marchita.

Alonso y Rodrigo se miraron el uno al otro y no pudieron evitar soltar una sonora carcajada mientras se encaminaban abrazados a la taberna. Margarita que no reconoció a los jóvenes, al ver las ropas desordenadas de ambos y sus caras ensangrentadas y amoratadas, cerró violentamente la puerta de su casa mientras mascullaba entre dientes:

-“Malditos borrachos”

Los dos jóvenes retomaron su amistad y se prometieron no volver a pelear por el amor de una mujer. Si algo aprendieron ese día fue que la belleza es efímera pero una verdadera amistad puede perdurar para siempre, y es que el amor puede ser ciego, pero no tanto, no tanto.. FIN

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