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lunes, 27 de febrero de 2017

HISTORIA DE AMÉRICA: INMIGRACIÓN Y COLONIZACIÓN






Tras 50 años de expediciones, la Corona cerró la era de los conquistadores y  abría la de la colonización.

La recuperación demográfica en la América española fue lenta e irregular. A lo largo del siglo XVII la población mejoró su sistema inmunológico por una parte y, por otra, se incrementó la población blanca, mestiza y negra, que mitigó la demanda de mano de obra. A mediados del siglo XVI, unos 7 millones de personas poblaban las Indias con la siguiente proporción:

􀃖 Indios: 5 millones (71%)
􀃖 Negros: 735.000 (10,5%)
􀃖 Blancos: 659.000 (9,5%)
􀃖 Mestizos: 400.000 (5,7%)

􀃖 Mulatos: 240.000 (3,4%)



INMIGRACIÓN Y PAPEL DE LA MUJER

Aunque no existen datos fiables, se estima que el número de inmigrantes españoles llegados a la América española fue de casi medio millón hasta 1690, con un promedio anual de unas 4000 personas. En contra de lo que se ha pensado y escrito sobre los orígenes y características de los inmigrantes, el Estado mantuvo un control estricto sobre la emigración de los nuevos colonos. Así, la monarquía quiso fiscalizar la “calidad” de los españoles que llegaban a América. Se prohibió emigrar a gitanos, judíos, morisco, a cualquier condenado por la Inquisición e incluso cristianos nuevos y personas de dudosa calaña y reputación.

Los primeros grupos eran de hombres jóvenes generalmente urbanos y con espíritu aventurero. Poco a poco llegaron familias enteras de artesanos, labradores, clérigos, funcionarios, mujeres y niños. Durante los primeros años procedían todos del sur (andaluces y extremeños suponían algo más del 50%). A partir de mediados del XVI los emigrantes castellano-leoneses superaron a los andaluces y finalmente a lo largo del XVIII gallegos, asturianos, santanderinos, vascos y navarros tomaron su lugar. La emigración femenina fue muy débil y desde 1530 estuvo prohibido viajar a los casados sin la esposa. Pero, si analizamos con detalle la composición de las huestes conquistadoras, observamos que a medida que avanzaban las campañas encontramos a numerosos veteranos con gran experiencia a sus espaldas. Es decir, a medida que la sociedad hispánica se asentaba en América, la sociedad envejecía y eran los nuevos contingentes los que contrarrestaban ese efecto. La característica más común del colonizador era la de un hombre joven en torno a los 20 años.

Existieron elementos que favorecieron el mestizaje. El escaso número de mujeres que embarcó en la Península durante los primeros decenios de la aventura americana hubo de ser tan importante como la falta de prejuicios raciales de los conquistadores. La violencia estuvo presente en los primeros contactos. A la “apropiación de las mujeres” por violación o rapto, se añadieron otras formas: mujeres ofrecidas como regalo, en prenda de hospitalidad o las adquiridas a modo de botín de guerra, durante los años en que la esclavitud india estuvo permitida.




Otras veces las relaciones fueron más o menos voluntarias por parte de las nativas, ya que podían servir para mejorar su condición social y la de su familia. El nacido mestizo (fuera legítimo o no) era considerado español siempre que fuera educado junto al padre,  e indio si se formaba con los indios. Los hijos mestizos de los conquistadores llegaron a desempeñar puestos destacados en la nueva sociedad. Sin embargo, conforme pasó el tiempo, muchos españoles rechazaron a sus parejas indias para casarse con una española y evitar dañar la limpieza de sangre, el linaje. Por ello, cuando el número de mestizos creció comenzaron a constituir un grupo aparte y se constituyeron más en una categoría social que étnica o racial.

Los matrimonios mixtos con negros, sin estar nunca prohibidos, tampoco fueron incentivados. Primero el temor al Islam y siempre el estigma de la esclavitud explican la ley que recomendaba el casamiento de parejas de la misma raza. La convivencia con esclavas domésticas dio lugar al nacimiento de los mulatos, doblemente discriminados por ser a la vez ilegítimos y esclavos.

El matrimonio era uno de los pilares más importantes de la sociedad hispano americana como fundamento de la familia y se daba generalmente antes de los 20 años, con una tasa de fecundidad muy alta. En una sociedad controlada por los hombres, las mujeres necesitaban el consentimiento legal del marido para realizar cualquier actividad. Con el tiempo no fue raro encontrar criollas y mestizas regentando pequeñas tiendas como dueñas o atendiendo el negocio del cónyuge. Las mujeres de clase baja servían como costureras, vendedoras ambulantes o se empleaban en el servicio doméstico. El número de analfabetas fue muy elevado. La maternidad fue la función principal de la mujer.

Las mujeres indias tuvieron un papel muy relevante en la conquista de América, no solo por su unión con los españoles sino también porque fueron sus aliadas, intérpretes, etc. Las indígenas que quedaron en las zonas urbanas adoptaron las costumbres e instituciones españolas y tuvieron los mismos derechos legales que las mujeres españolas.

Las esclavas negras tenían unos derechos conocidos por las Siete Partidas. Podían contraer matrimonio, no podían ser separadas de sus familias y tenían derecho a comprar su libertad. No obstante, existieron numerosos abusos sexuales por parte de sus amos que derivaron en abundancia de hijos ilegítimos. Aunque las mujeres negras se casaban con esclavos, también lo hacían con hombres libres. La manumisión fue práctica común, generalmente mediante  compra. Las mulatas solían  casarse dentro de su propio grupo.  


De todos modos hay que destacar la tolerancia que los españoles practicaron con la población nativa si lo comparamos con la conquista inglesa, que no toleró la mezcolanza de sangre y no formaron ninguna nueva etnia. Expulsaron a los indios de sus tierras hasta que estos fueron desapareciendo poco a poco, formando una única comunidad,WASP, white anglo saxon protestant.

Económicamente, el descubrimiento de América fue pernicioso para España, al menos para los más pobres que vieron como la demanda de productos manufacturados en América elevaba los precios en nuestro país. Así, los ricos se hacían más ricos y los pobres más pobres. Hay que tener en cuenta que las remesas de oro y plata provenientes de América eran utilizadas mayormente para sostener las guerras que España mantenía con Francia, Inglaterra, Holanda o los turcos. Además, en muchas ocasiones estas remesas de metales estaban hipotecadas ya que con la necesidad de dinero, los monarcas españoles recibían préstamos de banqueros alemanes como los Fugger o genoveses a cambio de estas remesas de oro o plata. 

Sin embargo la riqueza de la época estaba en la tierra. Eran pocos quienes la poseían y muchos quienes la codiciaban. El descubrimiento de América sirvió para que muchos aventureros se enriquecieran en las Indias, regresaran a España y compraran tierras que les concedía un status superior. 



 MIGRACIONES INDIAS Y ESCLAVAS


Tras la conquista de América, los indígenas no tienen muchas opciones de supervivencia excepto con la adaptación al nuevo sistema traído por los españoles o la huida a otras tierras. esto último será solo posible en aquellos grupos menos sedentarizados y será también una manera de evitar el pago de tributos.

A fin de controlar mejor a los indios, los españoles obligaron a las tribus indígenas a una concentración forzosa. Esto propiciaría la evangelización y conversión de la población autóctona, se aprovecharía su mano de obra en actividades productivas y además se les protegería contra la explotación de los encomenderos. Así, se crearon nuevas ciudades y reasentamientos donde concentrar a los indios, llamados reducciones y congregaciones. Para forzar estas migraciones, los españoles no tuvieron reparos en destruir poblados enteros con el fin de obligar a sus ciudadanos a reubicarse en los lugares asignados por los conquistadores. Esta concentración era muy conveniente a la hora de recaudar impuestos y apelar a la  mano de obra cuando fuere necesario. Esto dará lugar a migraciones voluntarias para escapar de los tributos, el trabajo obligatorio o el hambre y las epidemias. El destino de estas migraciones eran las ciudades, los centros mineros, las plantaciones o las regiones fuera del control colonial.


En cuanto a la migración esclava, la trata de negros ya era una tradición en  Europa desde la Edad Media. A finales del siglo XV, entraban en la Península  unos 500 esclavos negros o berberiscos anuales, procedentes de las campañas contra los musulmanes. Hacia 1492 había unos 100,000 esclavos en España. Algunos de ellos como ya hemos visto en otro artículo llegaron a América junto a los conquistadores como hombres libres.

Los africanos participaron como esclavos en los primeros viajes y expediciones al Nuevo Mundo.

Para el período de 1521 a 1550, el cálculo más fiable, el de Philip D. Curtin, ofrece un total de 15.000 negros desembarcados en Hispanoamérica (un promedio anual de 500).

Para los años que van de 1551 a 1595, la cifra se eleva sólo a 36.300 individuos (un promedio anual de 810).

Conocer el número exacto de esclavos llevados a América es complicado ya que muchos eran introducidos ilegalmente. La Corona española concedió unas 120,000 licencias en el siglo XVI y a final de siglo ya había unos 400,000. De acuerdo con Curtin, el número de esclavos negros introducidos en América desde la conquista hasta el siglo XIX fue de algo menos de un millón. En el siglo XVIII, Inglaterra se beneficiaría de un acuerdo con España para introducir 4800 esclavos anuales durante 30 años. La picaresca y la violación de los términos acordados por parte inglesa derivarían en la célebre Guerra de la oreja de Jenkins, donde el héroe de Cartagena de Indias, Blas de Lezo, humilló y derrotó a una escuadra inglesa de más de 180 embarcaciones.

Los esclavos negros fueron más numerosos en la zona del Caribe y zonas costeras con climas tropicales, muy parecidos a los de sus lugares de origen. Hay que recordar que en la zona caribeña la población autóctona casi había desaparecido en las primeras etapas de la colonización. Los esclavos trabajaron en las plantaciones de azúcar, cacao, tabaco o algodón y en yacimientos de oro colombianos, entre otros.




Aunque es cierto que muchos de estos esclavos se convirtieron en mano de obra de servidumbre manual, hubo muchos que sirvieron como personal doméstico, artesanos, capataces, tenderos y pequeños comerciantes. Y es que la experiencia que el esclavo pudiera traer de su país de origen se tornaría en una oportunidad en el Nuevo Mundo. La manumisión fue algo normal. La remuneración que estos esclavos percibían por su trabajo les ayudaba a comprar su libertad. Los libertos fueron numerosos y se convirtieron en un estrato más de la sociedad. 

Los esclavos se reprodujeron mal por causas diversas. Ni las disposiciones reales que obligaban a los negreros a cargar un tercio de mujeres pudo corregir ese déficit. No obstante, los negros contribuyeron a la mezcla de razas en América. Así, la unión del negro con la india dio lugar al zambo y la unión de blanco con la negra produjo el mulato. 

Lo cierto es que la inicial escasez de mujeres blancas en América y la falta de prejuicios raciales por parte de los conquistadores dio lugar a toda clase de uniones que favorecieron el mestizaje. 






Los indígenas formaban un 45% de la población.
Los mestizos una tercera parte.
Los negros eran un 4 %.
La población blanca no llegaba a la quinta parte de la población total.

Así, en lo alto de la jerarquía social del nuevo mundo, estaban los conquistadores-encomenderos junto a sus hijos (criollos), los altos funcionarios y  la nobleza indígena. le seguían los colonos blancos, los mestizos y la población indígena. En lo más bajo encontramos a los negros, zambos y mulatos.



LA REPÚBLICA DE INDIOS  


En 1542 la Corona promulga las Leyes Nuevas con el fin de proteger y conservar los derechos de los indios. Se aumenta el número de funcionarios con el fin de controlar los desmanes de los encomenderos y se crea la República de indios, aislando a los nativos en congregaciones, con una iglesia y un sacerdote a fin de adoctrinarlos en la fe cristiana. En un principio, los indígenas podían vivir según sus usos y costumbres siempre y cuando no chocaran con las leyes españolas o las doctrinas de la iglesia. Estas congregaciones eran dirigidas por un cacique o un curaca, quien dirigía el gobierno local, distribuía el trabajo y obtenía el tributo. Este cacique estaba bajo la autoridad del corregidor de indios, quien gobernaba un distrito rural, administraba justicia, recaudaba los tributos indígenas y proporcionaba mano de obra indígena cuando era necesaria. Además de adoctrinar a los indios, el sacerdote se erigía en su protector contra la codicia de los españoles y las agresiones externas.




Por otra parte, las órdenes mendicantes crearon las reducciones, nuevos asentamientos para los indígenas cuyo fin era el de mantenerse por si mismos y satisfacer el pago del tributo. Así, los pueblo indígenas se configuraron bajo la estructura institucional castellana pero bajo la administración indígena.

El casco urbano de los pueblos indios se configuró a imagen de los españoles. Una plaza central en cuyo alrededor se ubicaban los edificios públicos y la iglesia. En las inmediaciones estaban las tierras de resguardo, concedidas a la comunidad a perpetuidad. En ellas, una parte se cultivaban productos de subsistencia, otra parte se dedicaba a cultivos para su venta y otra parte estaba dedicada a pastos.

Aunque se produjeron algunos abusos, en general casi todo fue positivo. Hubo una recuperación demográfica, se consolidó una serie de culturas mixtas. Muchos indígenas se integraron en la sociedad española urbana y otros trabajaron a jornal en las explotaciones rurales.


LA REPÚBLICA DE ESPAÑOLES

Se desarrolla en las ciudades y está integrada por aquellos que hablan castellano. Estas ciudades se desarrollan en viejos centros ceremoniales o son fundadas  cerca de la costa o cerca de explotaciones mineras. Destacan Veracruz, Panamá, Cartagena, Lima, Callao, Buenos Aires...

La sociedad española en América fue esencialmente urbana y al no existir limitaciones de espacio, se construyó con gran amplitud, alrededor de una gran plaza cuadrada. las tierras baldías eran entregadas a los vecinos de las ciudades que la explotaban con mano de obra indígena por repartimiento o encomienda y son origen de las haciendas. 

En 1503 aparece el término encomienda y los indios como encomendados. El señor de la tierra, el encomendero, tiene la responsabilidad de proteger a los indios que quedan a su cuidado y a cambio, recibe de estos los tributos y su trabajo o servicio personal. 

Se trataba, pues, de una relación claramente feudal que los conquistadores y primeros pobladores quisieron completar solicitando títulos de nobleza como recompensa a sus méritos. Pero la Corona no estaba dispuesta a conceder muchos títulos nobiliarios a fin de evitar la formación de una casta señorial en tierras tan lejanas.

Pero si los conquistadores no obtuvieron la condición jurídica de nobles, las encomiendas les permitieron ser señores de indios, recibir sus tributos y disponer de su fuerza laboral, así que esto les pareció bastante nobleza.

El problema fue que los encomenderos pretendían perpetuar sus derechos por vía hereditaria, pero la Corona no estaba por la labor, sobre todo por presiones humanitarias de los religiosos. Esto llevó a la promulgación de las Leyes Nuevas de 1542, que generó multitud de protestas, disturbios y hasta una guerra civil en Perú. Finalmente la Corona claudicó y aunque no se eliminaron las encomiendas, estas quedaron reducidas al tributo, se eliminó la relación feudal señor-vasallo, Se suprimió la perpetuidad y la posibilidad de beneficiarse del trabajo indígena.



ECONOMÍA

La conquista y colonización de América trajo algunos beneficios a la Corona a través de una legislación fiscal muy eficaz. La contribución más productiva fue el Quinto Real, sobre la minería y el tributo indígena. El primero era un impuesto del 20% sobre la extracción de los metales que se obtenía en las colonias. Con el tiempo fue reducido al 10% y posteriormente quedaría en un 5%. 
Entre los muchos tributos existentes, podemos destacar los siguientes.
   
Mita: Era un sistema de trabajo por turnos, exclusivo de la zona andina. Durante un tiempo determinado la población indígena trabajaba al servicio de los españoles mediante el pago de un salario controlado por las autoridades. Los encomenderos deducían del salario la cantidad que las personas comprometidas debían pagar por concepto de tributo y el resto se les daba a ellas.

Alcabala: Impuesto sobre el comercio y que más beneficios reportaba a la Hacienda Real. 

Almojarifazgo: Impuesto aduanero que gravaba toda mercancía que ingresaba o salía de España.

Diezmo: Consistía en un 10% sobre cualquier beneficio o sobre la producción de la tierra pagado a la Iglesia.

También existía una especie de tributo comunitario que servía para ayudar a aquellos indios que enfermaban, se accidentaban, etc.

Las minas de oro y posteriormente las de plata fueron explotadas intensivamente. En Perú eran explotadas siguiendo el recorrido de la veta, mientras que en México se excavaban desde la superficie hasta la veta. Tras la extracción del mineral, este era refinado por el azoguero, quién lo molía y extraía la plata. Después de convertirla en lingotes, la plata se amonedaba. Para la extracción se necesitaba mano de obra abundante y fuertes inversiones para la construcción de galerías. Los trabajadores más cualificados eran contratados como mano de obra libre, mientras que los no cualificados provenían de la mita. 

La plata se obtenía a través del método de fundición con dos inconvenientes, era muy cara debido al excesivo uso de combustible vegetal y no extraía toda la plata del mineral. Con el tiempo se puso en práctica el método de almagamación o método del patioEl mineral molido se reducía a polvo y tras ser secado en un patio (de ahí el nombre) se formaban pequeños montículos a los que se agregaba mercurio. La plata se separaba del mercurio mediante calor. La gran ventaja del método de patio era su gran simplicidad en el equipo y la tecnología empleados, así como su bajo consumo energético, mientras que sus principales inconvenientes eran la lentitud y la dependencia del azogue.




La agricultura fue igualmente importante en la economía colonial que vivió su agosto exportando a Europa productos tan exóticos como el cacao, el tabaco, la caña de azúcar y el café.

Respecto a la ganadería, Europa introdujo en América especies domésticas inexistentes en este continente. Vacas, caballos, mulas, cerdos, ovejas y cabras se aclimataron de manera excelente y se desarrollaron rápidamente. Los animales de tiro y transporte fueron de vital importancia en las comunicaciones en un continente cuya orografía es larga y dilatada.





La construcción naval se desarrolló gracias a la abundancia de materia prima en el continente. Así, había excelentes maderas, algodón para las velas, brea para calafatear. había de todo excepto hierro que había que importar desde España.

La principal actividad industrial en las colonias fue la elaboración de telas de lana y algodón. También la producción de seda fue importante. Todo ello fue importante gracias a la abundancia de materias primas y una mano de obra indígena de bajo costo. En la América colonial existió un mercado interno amplio cuyos consumidores serán los indios y los mestizos, excepto para aquellas telas de lujo dirigidas a una clientela más exquisita.



INSTITUCIONES


La máxima autoridad colonial era obviamente el Rey. Su máximo representante en el continente era el virrey, responsable de administrar y gobernar las provincias de ultramar. 

El  Consejo de Indias fue el órgano más importante con atribuciones legislativas, económicas, administrativas y judiciales.

Los capitanes generales seguían en importancia a los virreyes y tenían  funciones similares, aunque sobresalían sobre todo en las militares. Sin embargo, jerárquicamente estaba por debajo del virrey.

Los gobernadores estaban subordinados a los virreyes y regían sobre las circunspecciones que dividían el virreinato. Cuidaban el territorio asignado, hacían cumplir las leyes y vigilaban el cobro de impuestos.

Los cabildos se ocupaban del gobierno y administración de las ciudades. Su origen está en los municipios castellanos medievales  y representaban a la comunidad.

Otro oficios importantes fueron el de alcalde, alférez real, alguacil, escribano, etc.

Respecto a la Iglesia, franciscanos, dominicos, mercedarios o agustinos formaron parte de la colonización y evangelización de las Indias. Aunque con retraso, la llegada posterior de la Orden de Jesús, fundada por Ignacio de Loyola, constituiría un hito importante. Los jesuitas fundarían varias reducciones indígenas bajo una rígida disciplina que reglamentaba todas las actividades. Incluso llegaron a constituir milicias adiestradas en las armas entre los indígenas a fin de defenderse de los tratantes de esclavos portugueses.



El poder económico, social y político atesorado por la Orden de Jesús despertó los recelos de  los más poderosos y finalmente la compañía fue suprimida y expulsada de las colonias y de España. 




  











sábado, 11 de febrero de 2017

INÉS DE CASTRO, REINA DESPUÉS DE MUERTA


                Inés de Castro, reina después de muerta

La historia de Inés de Castro y Pedro I de Portugal tiene todos los ingredientes de una novela de amor trágica. Un príncipe azul enamorado. Una dama viviendo un cuento de hadas. Un amor imposible. Un cruel asesinato. Una guerra fratricida entre padre e hijo. Una venganza.

Para comenzar nuestra historia debemos remontarnos al año 1339. Nuestra protagonista, Inés, una joven gallega de Orense, rubia y elegante de 15 años, acudía a Portugal en compañía de su prima, Constanza Manuel, en calidad de dama de compañía. Constanza, hija del príncipe de Villena y prometida al futuro Pedro I de Portugal llegaba al país luso para contraer matrimonio con un infante que llegaba a este matrimonio desilusionado, por no tener la oportunidad de escoger a su propia esposa. Previamente, Pedro ya había contraído matrimonio con la castellana Blanca, hija del infante Pedro de Castilla. Sin embargo, el matrimonio no llegó a consumarse pues Blanca era una joven de 14 años muy enfermiza y el matrimonio finalmente se deshizo.

Muy pronto y en contra de todas las expectativas, el infante portugués quedó prendado de la belleza de Inés y ambos se entregaron a una aventura de amor y pasión prohibida. Tal situación desesperaba a Constanza que se moría de celos. Tras la muerte de su primer hijo, en infante Luis, fallecido a los pocos días de nacer, le seguiría la muerte de la reina poco tiempo después, tras dar dar a luz al que sería el futuro heredero al trono, Fernando.

                             Pedro I de Portugal

Aunque no ha quedado constancia documental sobre el más que posible matrimonio clandestino de Pedro e Inés en 1354,  lo cierto es que el príncipe se fue  a vivir con ella, a pesar de la oposición de Alfonso IV, padre del infante, que no veía con buenos ojos este desventurado adulterio. Tras el fallecimiento de la reina, Pedro instaló a su amada en un palacio próximo al monasterio de Santa Clara, para poder verla desde su cuarto. El rey, muy preocupado, veía peligrar el acceso al trono de su legítimo nieto Fernando. Y es que de esta clandestina aventura de amor y convivencia  nacieron varios hijos (Afonso, Joâo, Diniz y Beatriz) que en el futuro podrían reclamar el trono portugués.

Sin embargo, había algo más que preocupaba al anciano rey y que podía poner en riesgo la independencia de Portugal. Álvaro y Fernando de Castro, hermanos de Inés, buscaban derrocar al rey de Castilla y para eso buscaron el apoyo del infante Pedro, ofreciéndole incluso el trono castellano.  Además, le preocupaba el bienestar de su nieto Fernando, quien podría ser asesinado en cualquier momento en favor de uno de los hijos bastardos de Pedro e Inés.

Ante la amenaza que el Estado portugués vivía, aparecieron 3 vasallos del rey, los caballeros Alonso Gonçalves, Pedro Coelho y Diogo Lópes Pacheco que aconsejaron al monarca el asesinato de Inés para atajar la situación.

Así, el 7 de enero de 1355, aprovechando que el infante se encontraba de cacería, los 3 secuaces se dirigieron al monasterio de Santa Clara, donde se encontraba Inés con sus 4 hijos. A pesar de las súplicas de la gallega, los 3 hombres no tuvieron piedad e Inés acabó cosida a puñaladas  o degollada.

                      Ejecución de Inés de Castro

Cuando Pedro tuvo conocimiento de la triste noticia montó en cólera y se puso en franca oposición contra su padre, provocando duras peleas entre ambos. Tras un periodo convulso de enfrentamientos, Pedro volvió a la obediencia de  su padre y aceptó casarse por tercera vez con Teresa Guille Lourenço con quien tendría al futuro Juan I, fundador de la dinastía Avis. Poco después Alfonso IV moría y subía al trono el infante Pedro, cuyo primer acto como rey fue el de buscar a los asesinos de su amada,  que se hallaban escondidos en Castilla. A Pedro Coelho le fue arrancado el corazón por el pecho y a Gonçalves por la espalda. Pacheco logró escapar de las iras del monarca portugués refugiándose en Francia.

Cuenta la tradición que no la historia, que tras su acto de venganza, Pedro I mandó desenterrar a su amada, la colocó en el trono, puso una corona sobre su cabeza y obligó a los nobles rendir pleitesía besando la mano del cadáver.

              Entronación del cadáver de Inés de castro

Luego, el rey mandó  esculpir un sarcófago de mármol blanco donde se representan escenas de su vida. En la tapa de la tumba aparece la figura de Inés con la corona en la cabeza como si efectivamente hubiese sido reina. Al morir Pedro I en 1367, su tumba no fue colocada al lado de la de Inés, como era costumbre entre los reyes, sino que dando instrucciones al respecto, su sarcófago quedó enfrente al de su amada, pues así, el día de la resurrección, lo primero que verían sus ojos al levantarse, sería al amor de su vida y podrían caer en los brazos el uno con el otro.


                 Sarcófagos de Pedro I e Inés de Castro 
  

Actualmente, ambas tumbas pueden visitarse en el monasterio de Alcobaça y están ubicadas en el crucero de la iglesia.