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viernes, 7 de septiembre de 2018

EL ALCÁZAR NO SE RINDE

                     

Cuando tenía 10 años de edad mi familia se mudó desde Barcelona a la provincia de Toledo. Durante algo más de un año vivimos en una urbanización cerca de Olías del Rey. El lugar era encantador y estaba rodeado por la  naturaleza. Frente a la ventana de mi habitación podía observar extasiado una gran extensión de campo abierto,  cuyo terreno seco y baldío guardaba una sorpresa para los residentes. A unos 500 metros al noreste de mi vivienda, en mitad del campo, surcaba la tierra una serie de trincheras, agujeros y nidos de ametralladora de la Guerra Civil Española. Estas habían sido excavadas probablemente por tropas republicanas en 1936 para detener el avance del ejército nacional que se dirigía hacia Toledo para liberar el Alcázar. Las trincheras me parecían tan fascinantes que pasé muchas  horas  jugando a ser soldado en su interior. Allí, en una pequeña urbanización toledana nació mi fascinación por la Guerra Civil y la Historia en general.

En España aún  existen lugares donde permanecen las cicatrices visibles de su conflicto civil. Batallas como las de Madrid, Jarama, Brunete, Ebro, Guadalajara o Belchite conservan terrenos, elementos y edificaciones  castigadas por la guerra,  que nos invitan a no olvidar lo que ocurrió allí hace 80 años.

En estas batallas se pudo conocer lo mejor y lo peor del hombre. En la Batalla de Madrid se puso a prueba la capacidad de resistencia de los madrileños, que al grito de ¡No pasarán! lograron frenar el empuje e ímpetu de las tropas nacionales. En la Batalla de Guadalajara el mundo asistió a un conflicto civil dentro de la misma Guerra Civil, cuando las tropas italianas fascistas de Mario Roatta fueron batidas por la XII Brigada Internacional, más conocida como Brigada Garibaldi, por estar formada principalmente por combatientes italianos. Belchite, población sin ningún valor estratégico, fue arrasada durante la Guerra de España y Franco decidió no reconstruirla, quedando  como testimonio directo del horror de la guerra. Hoy día sus calles en ruinas son visitadas por cientos de turistas e investigadores de lo paranormal que aseguran haber captado en sus grabadoras los sonidos y la angustia de la Guerra Civil.


TOLEDO EN 1936

En febrero de 1936 tuvo lugar unas elecciones marcadas y señaladas por la derecha como un fraude electoral. El presunto "pucherazo" que dio la victoria al Frente Popular, (coalición de partidos de izquierda) no tuvo mucha repercusión en la provincia de Toledo, donde las derechas vencieron con una aplastante victoria de 129.222 votos frente a los 80.684 del Frente Popular.

No obstante, al comienzo de la guerra, en julio de 1936, las poblaciones de la provincia de Toledo que fueron fieles a la República y no se sublevaron, opusieron resistencia armada a las fuerzas del orden, controlando y conteniendo en la mayoría de los casos la situación. En la capital de provincia, la situación sería muy diferente.

De acuerdo con el diario de operaciones del coronel Moscardó, el día de la sublevación, el 18 de julio, hubo un enfrentamiento con la Guardia Civil que hizo que esta procediera a su acuartelamiento. José Moscardó, de 58 años, era el comandante militar de Toledo y coronel director de la Escuela Central de Gimnasia. La sublevación pilló al coronel desprevenido, (Aunque previamente tenía conocimiento de que esta se llevaría a cabo) ya que esa misma mañana había viajado a Madrid y ahora se encontraba en Toledo observando como elementos civiles se hallaban armados y dispuestos a todo. 


                          El coronel José Moscardó

Moscardó mostró un temple y una calma admirable. Lejos de precipitarse, esperó y sopesó la situación. Al día siguiente desde Madrid, el Ministerio de la Guerra le telefoneaba y requería que mandara a Madrid y con efecto inmediato, la munición almacenada en la fábrica de armas. Moscardó se negó, aludiendo que para llevar a cabo dicha orden, se requería recepción de un telegrama cifrado. Por la noche, se presentaba el diputado socialista Prat, que le ordena armar a las milicias. Moscardó insistía en su negativa.

El día 20, el coronel Soto, jefe de la fábrica de armas, recibe la misma orden y es amenazado por el inspector de la Guardia Civil, el general Pozas. Moscardó comprende que no puede demorar más la situación y esa misma noche entra en el Alcázar con unas 1800 personas, entre soldados, guardias civiles y familiares.


EL ALCÁZAR


El Alcázar en época de los Omeya

El Alcázar de Toledo es una construcción del siglo XVI, de estilo renacentista, construido por el célebre arquitecto Alonso de Covarrubias y continuado por Juan de Herrera. Situado sobre una colina en un antiguo asentamiento romano del siglo III. Con los visigodos, el recinto fue ampliado y con la conquista musulmana la fortaleza sufrió varias destrucciones y reconstrucciones. Cuando los cristianos reconquistaron la ciudad, el rey Alfonso VI mandó la reedificación  de la fortaleza, siendo ocupada como morada por el rey.
Con Carlos I, el Alcázar fue testigo directo de la guerra contra los comuneros. Estos se lo arrebataron a las fuerzas leales a Carlos I y posteriormente perdieron la plaza después de tres meses de asedio.  
Covarrubias reedificó posteriormente el edificio sobre  planta cuadrada, con patio central, flanqueado por cuatro torres en cada  ángulo y con fachadas de estilo renacentista. Las obras continuarían con Felipe II, quién  traslada la Corte a Madrid y el Alcázar pierde su condición de sede regia. El edificio se convertiría posteriormente en una cárcel y más tarde en un cuartel para la caballería. En 1936, el Alcázar servía como sede de la Academia de Infantería, Caballería e Intendencia.


                            Aspecto actual del Alcázar




COMIENZA EL ASEDIO

El día 21 de julio se declara el estado de guerra en Toledo. Moscardó contaba con unas fuerzas de unos 1200-1300 efectivos entre soldados y elementos de la Guardia Civil. Refugiados en el Alcázar, junto a estas fuerzas armadas, había unos 600 civiles aproximadamente. El coronel distribuye sus fuerzas de defensa entre el ayuntamiento, correos, la catedral, el hospital Tavera, la fábrica de armas..

A las 9:30 de ese mismo día, un avión de la República lanzaba octavillas invitando a la rendición. A las 15:30 comienza el bombardeo por la aviación republicana. Durante el asedio, el Alcázar recibiría miles de bombas y proyectiles del 15,5, 10,5 y 7,5. A las 17:30, una columna de enemigos con armas automáticas se lanzaba a un asalto que era rechazado. Por precaución, toda la munición almacenada en la fábrica de armas era trasladada al Alcázar, unos 700.000 cartuchos.

Al día siguiente, las fuerzas defensoras de la fábrica de armas habían desertado y las del hospital tuvieron que retirarse. 2 defensores de la citada fábrica, separados del grupo desertor, consiguieron llegar al Alcázar. El edificio se quedaría sin electricidad a causa de los continuos bombardeos.

El día 23 tiene lugar uno de los hechos más célebres del asedio. La conversación telefónica entre el coronel Moscardó y su hijo Luis, capturado por las milicias republicanas. El jefe de las milicias ordenaba a Moscardó rendir la plaza en diez minutos o ejecutaría a su hijo. Como prueba de que no estaba mintiendo puso al aparato a Luis. Moscardó se mostró tajante y tras saludar a su hijo dijo:

"Si es cierto que te van a fusilar encomienda tu alma a Dios, da un viva a Cristo Rey y a España y serás un héroe que muere por ella. ¡Adiós, hijo mío, un beso muy fuerte!"

El muchacho asintió y resignado a su suerte se despidió de su padre. Sería fusilado unas semanas más tarde. Moscardó entonces, volvió a hablar con el jefe de las milicias, reiterando su decisión de retener el Alcázar:

"Puede ahorrarse los diez minutos, el Alcázar no se rinde"

El día 25 aviones republicanos lanzaban proclamas a la rendición. El receptor de radio utilizado en el Alcázar solo alcanzaba a sintonizar la emisora gubernamental Unión Radio, que daba por rendida la fortaleza. La guarnición desconocía la situación real de la guerra, pero Moscardó sospechaba que a la República no le iba tan bien, al no escuchar en la radio victorias gubernamentales reseñables. 

El 3 de agosto y por una confidencia, Moscardó se enteraba que en una casa aledaña se almacenaban cientos de sacos de trigo, propiedad del Banco de Toledo. En los días sucesivos, los defensores del Alcázar harían salidas nocturnas para incautar miles de kilos de cereal. La alimentación nunca fue tan precaria si lo comparamos con otros sitios como el de Baler. Los defensores del Alcázar disponían de carne de caballo y trigo en abundancia. El agua hubo de ser racionada a 1 litro por persona y día. La escasa leche se limitó a niños menores de tres años y enfermos. El trigo se comía tostado. Más tarde y con ayuda de una motocicleta se consiguió la molturación del trigo para hacer pan, unos 150 gramos por persona y día. La motocicleta también ayudó a obtener el fluido necesario para la recepción de la radio. 

El día 11 desertaban 6 soldados de la Sección de Tropa.

14 de agosto. Un periodista comentaba en Unión Radio que el Alcázar resistía con un puñado de locos. Moscardó se mostró complacido. Ese mensaje indicaría a los nacionales que las noticias que daban al Alcázar por rendido eran falsas. 

                   Cañones utilizados por la República
                   durante el asedio del Alcázar

El día 16 se perciben ruidos subterráneos al sureste. Son trabajos para construir una mina. Gracias a la pericia de algunos técnicos, por la noche se consigue sintonizar Radio Club Portugués y algunas italianas, que dan cuenta de las victorias nacionales, echando por tierra las noticias de Unión Radio. 


ESPERANZA 

22 de agosto. Las fuerzas defensoras del Alcázar llevaban más de un mes resistiendo las continuas acometidas y bombardeos de las fuerzas republicanas desde que comenzara la sublevación. Durante ese tiempo habían estado solos, sin noticias de  victorias o derrotas nacionales y con la incertidumbre de un futuro incierto para las 1800 personas que día tras día se encomendaban a Cristo y a la Virgen. Solo esa fe inquebrantable en la divinidad les hacía ser fuertes, les hacía resistir ante una adversidad cada vez más acuciante. Pero ¿Cual es el límite para un hombre de fe ante el dolor, el sufrimiento y la incertidumbre?. Moscardó lo tenía muy claro, había que resistir hasta el último hombre. Las noticias de las emisoras nacionales daban esperanzas. Franco tenía el objetivo de liberar el Alcázar y sus tropas ya avanzaban hacia Toledo.

A las 5:00 de la mañana hacía su aparición un avión que sobrevolaba bajo y rápido el Alcázar, lanzando un paquete metálico de grandes dimensiones que se fragmentó al tocar el suelo. El avión no tenía distintivos republicanos. Al susto inicial de la guarnición llegó la alegría general al comprobar que el paquete contenía víveres. Sardinas en lata, mortadela, harina lacteada, fruta en dulce. Era el primer contacto del Ejército Nacional con los defensores del Alcázar. 

El 23 de agosto se descubría entre los víveres, dos cartas firmadas por Franco, dirigidas a los héroes del Alcázar. 

"General Jefe del Ejército de África y Sur de España: A los bravos defensores del Alcázar toledano. —Nos enteramos de vuestra heroica resistencia y os llevamos un adelanto del auxilio que os vamos a prestar. —Pronto llegaremos a ésa; mientras, resistid a toda costa, que os iremos llevando los pequeños socorros que podamos. —¡Viva España! —El General, Francisco Franco."


"Un abrazo de este Ejército a los bravos defensores del Alcázar. Nos acercamos a vosotros, iremos a socorreros; mientras, resistid; para ello os llevaremos pequeños auxilios. Vencidas todas las dificultades, avanzan nuestras columnas destruyendo resistencias. —¡Viva España! ¡Vivan los bravos defensores del Alcázar! —El General, Francisco Franco. 22 de agosto de 1936".

Al comprobar que las cartas mostraban la enseña bicolor, Moscardó mandó la confección de una bandera con los colores de la España nacional.

El 26 de agosto, los defensores del Alcázar asistían a un hecho que les hizo emocionarse y cobrar esperanza. 3 aviones nacionales hacían aparición y bombardeaban Los Cigarrales de Infantes y la fábrica de armas.

El 9 de septiembre, se presentaba el célebre teniente coronel (comandante en esa época) Vicente Rojo. Se entrevistaba con Moscardó para pactar las condiciones de una rendición que sería rechazada por el coronel. Rojo quedó apesadumbrado al comprobar que dentro del Alcázar la defendían algunos de sus antiguos amigos y camaradas de armas. Hay fuentes que indican que Rojo era simpatizante de la sublevación y que confesó que estaba atado porque la República mantenía retenidas a su mujer e hijos, pero que si Moscardó lo mandaba, él se quedaría a defender el Alcázar. Sea o no cierta esta información, Rojo adquiriría más tarde mucha relevancia dentro de la defensa de la República y tras la guerra y un periodo de exilio, pudo volver a España en 1957, siendo juzgado por auxilio a la rebelión. Moriría en 1966 a causa de su adicción al tabaco.

Dos días más tarde entraría al Alcázar, el canónigo Vázquez Camarasa quién ofreció una misa,   comunión y absolución a enfermos y heridos.



El día 13, un  diplomático  chileno  pidió  parlamento  para  pactar  la salida    de   civiles  y  rehenes   del  Alcázar.   Moscardó   lo  rechazó.

El 16, 3 aviones nacionales bombardeban Zocodover. 

El día 18, a las 6:31 dos minas explotaban y derribaban el torreón suroeste y casi toda la fachada oeste. El socialista y ministro de la guerra, Largo Caballero y una multitud de periodistas habían asistido al lugar para presenciar la voladura y el fin de la resistencia. Afortunadamente, Moscardó había evacuado a todo soldado y civil de esas zonas y no hubo que lamentar muchas desgracias. Tras la explosión de las minas, los republicanos se lanzaron al asalto, esperando encontrar solo cadáveres bajo los escombros. Pero el asalto  sería rechazado y los defensores se mostraron firmes. Los "rojos" consiguieron ondear una bandera en el torreón noroeste donde se hicieron fuertes. Los defensores, con escaleras de mano empalmadas conseguirían echarlos de allí, haciendo fracasar estrepitosamente el asalto final. Largo Caballero era humillado ante periodistas de varios países.

Estas imágenes reales nos muestra  lo que el Alcázar  sufrió durante más de dos meses de asedio.

El día 19 se intentaba otro asalto que sería otra vez rechazado por los defensores.

El 21 caía el único torreón en pie, el suroeste, que ya se encontraba muy fragmentado por la explosión del día 18 y el castigo de explosiones previas.

Dos días más tarde se comprobaba que la artillería del 15,5 enemiga emplazada en los Alíjares no se encontraba allí. Hubo un amago de asalto que sería rechazado contundentemente. 

El 24 se percibía mucho movimiento de coches que iban  y venían dirección Madrid. Radio Club Portugués anunciaba que el general Yagüe había pasado Torrijos.

El 25 de septiembre ya se escuchaban los cañones nacionales. La artillería franquista estaba castigando duramente al enemigo.  3 aviones nacionales neutralizarían la artillería republicana. 

26 de septiembre. las baterías republicanas cambiaron de dirección y tiraban dirección Bargas.

Un día después, los defensores del Alcázar ya divisaban en el horizonte a las tropas nacionales avanzando sin resistencia. La artillería nacional bombardeaba la plaza de toros. Moscardó mandó izar la bandera bicolor y conseguía establecer contacto con las tropas franquistas por radio y heliógrafo. A las 12:00 se ya veían regulares hacia la fábrica de armas. 3 bombarderos nacionales custodiados por 5 cazas, bombardearon varios puntos de Toledo. A las 18:30 pasarían por los escombros del Alcázar, un teniente nacional con un pelotón, al que se fue sumando poco a poco el resto de la compañía y la Quinta Bandera del Tercio

Sobre estas líneas, Moscardó, Franco y Varela recorriendo el Alcázar.

Al día siguiente fueron llegando las columnas y el general Varela entraba al Alcázar donde le esperaba el coronel Moscardó. "Sin novedad en el Alcázar". El Alcázar había sido liberado.