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domingo, 4 de febrero de 2018

EL LIBRO DE LOS MUERTOS EGIPCIO




Hace apenas un par de meses, Egipto volvió a ser noticia cuando un grupo de científicos publicó un hallazgo sorprendente relacionado con la pirámide de Keops. Mediante la utilización de rayos cósmicos, los arqueólogos pudieron comprobar que  esta emblemática construcción escondía una cámara secreta de unos 30 metros situada encima de la Gran galería y de la que se desconoce su finalidad. 

Egipto nunca deja de sorprendernos. En una época en la que aún se especula quienes construyeron realmente las pirámides, no se puede negar que la cultura y mitología egipcia ha influido en los sistemas religiosos y filosóficos de otras culturas. Así, el Libro de los Muertos está considerado como el antecedente de la palabra de Dios cristiana y muchos de sus preceptos y conceptos espirituales fueron adoptados por los taoístas, incluso por los celtas, judíos, hindúes, griegos  y persas. Personajes como Pitágoras, Platón, Moisés o el propio Jesucristo se criaron o pasaron largas temporadas en Egipto, empapándose de su cultura, mitos, filosofía y religión.

EL LIBRO DE LOS MUERTOS
  

Los egipcios creían que el Libro de los Muertos había sido escrito por Thot hace 50,000 años y que sus capítulos eran solo una parte de  los libros escritos por él. Su extensión abarcaba 189 capítulos cuyo texto debía ser leído y representado por los vivos con el propósito de ayudar tanto a vivos como a muertos en su viaje a través del inframundo, ya que era necesario encontrar el camino hacia el reino espiritual y ser salvados de la oscuridad del Duat (inframundo egipcio).

El Libro de los Muertos en realidad debería llamarse El Libro de la Vida o de la Inmortalidad ya que sus conceptos espirituales explican la vida y su continuidad después de la muerte como un alma reencarnada.

El espíritu del fallecido entraba en el Amaunet (tierra de los muertos) con un rollo de papiro en la mano (una copia del Libro de los Muertos). En el día del juicio, Thot pesaba el texto frente a otro escrito por el difunto durante su vida mortal, en la balanza de la justicia. Estas eran las preguntas a las que se enfrentaba el fallecido en el Amaunet:

¿Aprovechó el difunto suficientemente la vida como para ser capaz de vivir de nuevo después de la muerte?

¿Desarrolló el difunto un fuerte carácter como para continuar con su personalidad?

¿De verdad está espiritualmente abierto el corazón de la persona fallecida?

¿Cuantas semillas de eternidad plantó el fallecido en su vida terrenal?

¿Realizó el fallecido suficientes esfuerzos para superar los límites físicos?
¿
Hizo el fallecido esfuerzos para tomar posesión de su alma eterna?
¿
Hizo el fallecido una realidad de las palabras de la verdad en cada día de su vida, poniéndolas en práctica?

La salvación egipcia se basaba en la sinceridad y en el comportamiento de una persona durante su vida mortal. Tal como se lee en El Libro de los Muertos:

En mi corazón sé que he conseguido el poder sobre mis emociones, he conseguido poder sobre mis brazos, he conseguido poder sobre mis piernas y he logrado el poder para hacer lo que place a mi espíritu. Mi alma no estará encerrada en mi cuerpo y yo entraré en el Más Allá en paz y seguiré adelante en paz.

El conocimiento era esencial en el camino a la eternidad. Todos somos viajeros en la eternidad y necesitamos una iniciación verdadera en este conocimiento. Los egipcios creían que nacemos con una cantidad diferente de conocimiento espiritual, dependiendo del esfuerzo en nuestras vidas pasadas. Es necesario que nos convirtamos en seres iluminados para encontrar el camino en la oscuridad. El conocimiento da el poder en la verdad y provoca la vida, mientras que la ignorancia ciega la vista y produce muerte. Los egipcios creían sin duda en una verdad que producía vida eterna y una ignorancia que provocaba una muerte espiritual.



LA CREACIÓN


En contra de una creencia popular basada en una mala traducción, los egipcios en realidad eran monoteistas. Creían en un dios sin nombre, género, forma o figura. Este Dios creó los cielos y la tierra, los mares, animales, criaturas y todo ser vivo, todo aquello que fue, es y será. sacerdotes y teólogos no ven nada incompatible en creer que Dios era uno y que existía bajo innumerables formas. De hecho los egipcios creían que Dios se manifestaba a sí mismo a través de sus creaciones, enviándonos luz mediante el disco solar, Ra, o luz divina del ojo derecho de Dios.


En el principio del tiempo, Él creó los dos Paut (dos grupos de nueve leyes). Él hizo existir todas las leyes naturales. A través de ël, el solo y único creador, creó todo lo que existe, al comienzo del tiempo terrenal en los tiempos primigenios. Él es el creador de todos los misterios y de multitud de formas, y su identidad es desconocida. 

El Paut son las principales leyes de la naturaleza que actúan en el alma humana. Cuando la luz apareció sobre la tierra, fueron creados los primeros 8 humanos, 4 hombres y 4 mujeres que fueron formados cuando Dios lloró y sus lágrimas se mezclaron con el lodo de la tierra. El lugar donde fueron creados se llama Etelenty. Cada una de las parejas representa una raza. Los que nacieron al anochecer, representa a la raza negra; la pareja nacida al alba dio lugar a los asiáticos; los europeos descendían de la pareja nacida al mediodía y los antepasados de los egipcios, Amón y Amaunet, nacieron con la salida del sol. Entre sus descendientes destacó Thot que dio origen a la existencia del lenguaje y la divina palabra. Sus palabras y conocimiento se convirtieron en órdenes, como El Libro de los Muertos.


Algunos han querido ver en Etelenty un vestigio de la tan buscada Atlántida. Allí no había maldad y los hombres y mujeres seguían las leyes de la naturaleza. Como la creación aún no estaba completa, sus habitantes fueron testigos de la creación de la luna, plantas, animales, pájaros y toda criatura. Ante la inestabilidad de la tierra y sabiendo que Etelenty se hundiría en el océano, Thot mandó que la población emigrara. Esto ocurrió hace 50,000 años, y las cuatro familias antes mencionadas ocuparon los continentes que dio lugar a nuevas razas.

El Libro de los Muertos enseña nueve principios en la vida, la muerte y la resurrección, conectados con la creación. 

Shu personifica la perfección, la luz, el aire y el espacio y está asociado al aire.
Tefnut es la lluvia, símbolo del altruismo y la generosidad.
Geb es la tierra y alimenta al ser humano sobre ella y lo sella en la tumba para la eternidad.
Nut, el cielo, domina las estrellas y las almas perfectas, es símbolo del amor y la armonía.
Osiris fue el primer rey de Egipto y representa el bien, la paz y la convicción. Fue asesinado por su hermano Set y decidió ser rey en la otra vida, residiendo en la constelación de Orión
Horus tiene semejanzas a las de Hércules y simboliza el poder, la fuerza y la certeza. Al derrotar a Set se erigió en símbolo de los soldados, de un vengador de los débiles frente a los tiranos.
Set es el instigador y creador del mal sobre la tierra. Mató a su hermano, Osiris, descuartizó su cuerpo en 14 partes y los esparció por todo Egipto. Simboliza la insensibilidad e insubordinación y el lado oscuro de la naturaleza humana.
Isis es la esposa de Osiris y residía en Sirio al lado de su esposo. Simboliza el conocimiento de la medicina, la magia, la compasión y el amor.
Neftis es hermana de Isis y representa la paz. Es madre de Anubis y es creadora de la prosperidad y la armonía.



Nut o el cielo está representado por una mujer que extiende sus extremidades sobre los horizontes. Nut se traga el disco solar al finalizar el día y lo hace renacer al día siguiente, más joven que ayer.



LA MUERTE

Lo egipcios creían que el alma moraba en tres mundos. La tierra, el inframundo y el cielo. Cada uno de estos mundos estaban representados durante el día y la noche. La tierra existe desde las 6 de la mañana hasta las 6 de la tarde. El inframundo desde las 6 de la tarde hasta la medianoche, y el cielo, desde la medianoche hasta las 6 de la mañana. Nosotros experimentamos simbólicamente esta transición diaria, apareciendo durante el día, después entrando en la tarde y ascendiendo al terreno celestial durante la noche. Por la noche la persona fallece y entra en la tumba, entre las 6 de la tarde y la medianoche, y se produce su primera resurrección y juicio.

En la escena del juicio la persona recupera la vida en la tumba y se presenta ante Osiris, rey de la vida eterna. Thot aparece registrando los trabajos, hechos y futuro del alma del difunto, mientra Anubis sostiene la balanza de la justicia en la que se pesa todos los actos del fallecido frente a la verdad. Los órganos del difunto son testigos de sus hechos en la vida. Como si se tratara de una película, el fallecido contempla todas las imágenes de su vida pasada. Los actos del individuo determina su futuro ya que si el difunto no ha entendido su propio Ka (fuerza vital) debe regresar a la tierra, aunque solo puede volver hasta 5 veces. Y es que la vida  aquí es vital para superar todos los niveles intermedios de la conciencia. Hecho esto, las reencarnaciones son innecesarias y el individuo pasa a un estado de felicidad suprema.  

En el Más Allá el alma de los fallecidos se transforma en diferentes formas de animales. Los insectos eran considerados símbolo de los niveles más bajos de encarnación de las almas.  Las langostas simbolizaban la destrucción, la enfermedad y la desolación. Las hormigas simbolizaban el trabajo y la previsión. El escarabajo reflejaba la luz, la verdad y la regeneración. Los leones, la vigilancia, la fuerza, el poder de visión y la purificación. Los leopardos, el misterio y lo desconocido. Los escorpiones eran símbolos de los guardianes.



La procesión hace su camino  hasta llegar a la tumba. La comitiva está encabezada por el sacerdote de la recitación, que narra el servicio funerario. Le siguen los dolientes, algunas plañideras y un sirviente que porta los enseres y la silla del difunto. El fallecido va en el centro sobre una barca tirada por cuatro hombres y tres toros. Detrás, cuatro hombres arrastran una puerta negra sobre la que yace Anubis



Esta escena sigue a la anterior. Aquí se observa como se lleva a cabo la "apertura de la boca" del difunto, cuya momia se encuentra de pie, sujetada por Anubis. La esposa e hija del difunto se despiden de él. Uno de los sacerdotes acerca un tarro de ungüento a la cara del fallecido, mientras que el otro sacerdote le acerca el nun (instrumento con forma de las 7 estrellas de la Osa Mayor) a la boca y ojos para el rito de la apertura de la boca. Detrás hay una mesa con ofrendas y el Gran sacerdote , vestido con piel de leopardo, sosteniendo una jarra de agua en la mano derecha y un incensario en la izquierda. 




Los vasos canopes eran utilizados como recipientes donde se conservaban los órganos embalsamados del difunto. Los vasos eran introducidos en una caja de madera que era trasladada en el cortejo funerario.  Su fin era el de preservar intacta la imagen de unidad que debía tener el cuerpo.


Había cuatro tipos de vasos canopes que representaban a los cuatro hijos de Horus y los cuatro puntos cardinales del templo humano, el cuerpo: Amset, el oeste, el vaso con cabeza humana, preservaba el hígado; Hapy, el norte, tenía forma de cabeza de babuino y en él se guardaban los pulmones; Kebeshenuef, el sur, era la vasija con cabeza de halcón y conservaba los intestinos, y Duamutef, el este, tenía forma de chacal y guardaba el estómago del difunto.




Amón-Ra, da la vida al rey de Egipto, acercando el Ankh a su boca. El Ankh o cruz egipcia representaba  la vida terrenal. El doble Ankh simbolizaba la vida en el Más Allá. 



Osiris aparece sentado en su trono dentro de una capilla, que está protegida por 28 cobras con el disco solar sobre sus cabezas, simbolizando los 28 años que vivió y gobernó  Osiris en Egipto. Los objetos que sostiene en sus manos representan su dominio sobre el norte y el sur. Sus vestiduras de lino blancas indican que su autoridad  no es de este mundo, sino sobre las almas del Duat. Detrás aparecen sus dos hermanas, Isis y Neftis. El trono se asienta sobre una pila de agua sagrada de donde sale una flor de loto. Sobre la flor están los cuatro hijos de Horus. En la misma capilla, en la parte superior izquierda está el ojo derecho de Horus, con alas de buitre y garras de halcón, que simboliza la victoria  y la evolución de la conciencia humana. Una de las garras sostiene el shen, símbolo del infinito, mientras la otra sostiene la espada de la verdad, que está hecha con una pluma.



El difunto es representado con su esposa en postura de adoración. Ambos visten de lino blanco, símbolo de pureza. El difunto porta un rosario en el brazo izquierdo, mientras su esposa sujeta el sistro, (instrumento musical) símbolo de la resistencia al poder del mal en la vida y una flor de loto, símbolo de la donación de vida. Otra flor de loto sobre su cabeza representa su capacidad de dar la vida como mujer.