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domingo, 28 de septiembre de 2008

David y Goliat



La historia de David empieza en el momento en que Saúl, rey de los hebreos pierde el favor de Jehová. Si creemos lo que nos dicen los textos bíblicos, Saúl incurrió en un pecado grave de desobediencia que le acarreó la pérdida de su posición como monarca de los israelitas "Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey." 1 Samuel 15:23.


Los hijos de Isaí

Con Saúl fuera del plan divino ahora tocaba encontrar un digno candidato que ocupara el trono hebreo. De modo que Dios habló al profeta Samuel para que éste buscara entre los hijos de un varón llamado Isaí. Cuenta la biblia que "cuando ellos vinieron, él (Samuel) vio a Eliab, y dijo: De cierto delante de Jehová está su ungido." 1 Samuel 16:6

Sin embargo y a pesar de la buena planta del mozo, Dios no dio su visto bueno al posible candidato, así que uno a uno desfilaron todos los hijos varones de Isaí delante de los ojos del profeta con el mismo resultado que el primero. "E hizo pasar Isaí siete hijos suyos..." 1 Samuel 16:10

Finalmente Isaí mandó llamar al último de sus hijos varones, David, y éste sí halló favor a los ojos de Jehová, de modo que Samuel tomó el cuerno del aceite y ungió a David en medio de sus hermanos.

De David sabemos que era casi un adolescente, era rubio de ojos azules y bastante atractivo. Probablemente no mediría más de metro y medio. sabía tocar el arpa y era diestro en el manejo de las armas, aunque su oficio era la de pastor de ovejas.

David en la Corte de Saúl

Como ya he mencionado antes, Saúl había perdido el favor de Dios, y desde entonces un espíritu malo le atormentaba día y noche.

A fin de mitigar el sufrimiento del monarca, un siervo del rey trajo a David, quien con su arpa conseguía aliviar el sufrimiento de Saúl cada vez que era atormentado por el espíritu maligno. Desde entonces, nos dice la biblia, Saúl amó mucho a David y le hizo su paje de armas.

David versus Goliat

Si por algo es conocida la historia de David es por su enfrentamiento con el gigante filisteo Goliat.

Nos encontramos a principios del siglo X a.C. en el Valle de Ela. Dos formidables ejércitos se encuentran frente a frente a punto de dirimir sus diferencias por el control de los territorios palestinos. A un lado del valle estaba el ejército israelita, cuya fe en Dios le otorgaba cierta confianza un tanto fingida, ya que a pesar de ser dos ejércitos parejos en cuanto al número de hombres, los hebreos sentían cierto temor por dos poderosas razones:

Primero, los filisteos se las había ingeniado de alguna manera para descubrir de los hititas el secreto del hierro, cuyas armas de este metal eran mucho más fuertes y eficaces que las de bronce.

Segundo, en sus filas contaban con un paladín de casi 3 metros de altura llamado Goliat de Gad, descendiente de la antigua raza de gigantes Anakim (no confundir con Skywalker). Curiosamente la arqueología ha demostrado la existencia de éste personaje a raíz del descubrimiento de unos textos en los que se menciona a este individuo, por lo que hoy en día ningún historiador duda de su existencia.


De éste gigante se dice que llevaba una coraza de malla de casi 60 kilos, se cubría la cabeza con un casco de bronce, sus piernas estaban protegidas por grebas y la punta de su lanza pesaba entre 7 y 8 kilos. Confiado de su fuerza, Goliat desafiaba a grandes voces " Escoged de entre vosotros un hombre que venga contra mí....si él pudiere pelear conmigo , y me venciere, nosotros seremos vuestros siervos; y si yo pudiere más que él, y lo venciere, vosotros sereis nuestros siervos y nos servireis." 1 Samuel 17:9

Y así estuvo desafiando a Israel durante 40 días porque nadie osaba hacer frente al filisteo. Y mientras, ¿que hacía nuestro pequeño héroe?

Sabemos que los tres hijos mayores de Isaí habían ido a la guerra y que David se encontraba en su tarea habitual de apacentar las ovejas. Isaí preocupado por la salud de sus hijos mandó a David bajar al campamento hebreo para llevar algunas vituallas a sus hermanos. Una vez allí tuvo la oportunidad de escuchar las palabras que el gigante filisteo profería cada día. Con la confianza que tiene aquel que ha sido ungido por Dios, David se acercó a Saúl y le dijo "No desmaye el corazón de ninguno a causa de él; tu siervo irá y peleará contra este filisteo." 1 Samuel 17:32

Saúl, preocupado por el joven, intentó convencer a David que ir contra el filisteo era una locura, siendo él un muchacho y el gigante un hombre de guerra desde su juventud. Pero David no era un muchacho cualquiera, ungido por Samuel, su llamamiento estaba legitimado por los cielos y por tanto peleaba amparado por la protección de Jehová. Saúl prestó a David su propia armadura, pero viendo éste que le venía holgada se la quitó y se dirigió a un arrollo donde escogió 5 piedras lisas que introdujo en su zurrón. Así, armado con una honda y su cayado se puso frente al gigante filisteo. Goliat estaba perplejo "¿soy yo perro, para que vengas a mí con palos?" 1 Samuel 17:43

Acto seguido el filisteo empuñó su lanza y salió al encuentro de David, pero el joven hebreo corriendo, buscó una línea de tiro y sacó una de las piedras lisas de su bolsa que lanzó con fuerza con la ayuda de su honda. El impacto de la piedra resultó mortal para el gigante. Clavándose en su frente, Goliat cayó inconsciente al suelo. David solo tuvo que rematar la faena acercándose al cuerpo inerte del gigante y cortar su cabeza con la propia espada del filisteo.

El destino de David

Tras el combate, el glorioso acontecimiento se fue extendiendo rápidamente por todos los rincones del reino. Allá donde iba el rey se escuchaba el canto de las mujeres " Saúl hirió a sus miles, y David a sus diezmiles" 1 Samuel 18:7

Esto desagradó bastante a Saúl y los celos empezaron a florecer. En más de una ocasión Saúl intentaría quitar la vida de David. Sólo la providencia salvaría al joven de la ira del ya anciano monarca israelita.

Finalmente Saúl fue asesinado y David ocupó el trono de Israel. De su relación con Betsabé nacería el famoso Salomón y de esta estirpe nacería unos siglos despues el propio Jesucristo, el Rey de Reyes.