Image { text-align:center; }

viernes, 17 de mayo de 2019

LA BATALLA DE GUADALAJARA




Es 9 de marzo de 2019. El lugar, un precioso paraje de la Campiña alcarreña ubicado junto a la A-2, dirección Zaragoza. Hemos aparcado los coches a un lado del camino y andamos cerca de 500 metros hacia el sur, siguiendo el rastro dejado por un tractor. Pronto llegamos al lugar señalado por los mapas que he estudiado una y otra vez durante semanas. El sitio es tranquilo y apacible, lejos del tumulto y el stress de la gran ciudad. El silencio del campo solo es roto por el trinar de algunas aves y por el sonido de algún que otro coche que discurre por la cercana autovía. La temperatura es sumamente agradable. El termómetro marca 19º. Los rayos de Sol brillan tan fuertes que nos obliga a despojarnos de nuestra ropa de abrigo. El terreno es llano, salpicado por algunos pequeños grupos de encinas cuya sombra agradecemos, ante el incremento de una temperatura que va en aumento según avanza la mañana. Le explico a mi amigo Diego que en este mismo lugar, hace exactamente 82 años, tuvo lugar una batalla campal bajo temperaturas de -10º. Él me mira extrañado. Cuesta imaginar que lugar tan hermoso y apacible se viera involucrado en la Guerra Civil.

Y es que el terreno engaña a nuestra vista. No hay rastros de trincheras, fortines, pozos de tirador o de ametralladoras, ni siquiera vestigios de algún pequeño cráter causado por la artillería o el bombardeo de la aviación. El lugar está salpicado de pequeñas construcciones en ruinas que en sus mejores tiempos pudieron ser viviendas. No puedo saberlo. Las supuestas casas carecen de todos los elementos que las caracteriza como tales. No hay dependencias o habitaciones. No hay restos de mobiliario, puertas ni ventanas. Tan solo 3 o 4 paredes de piedra que se asemejan mas a una cerca para guardar el ganado. Y esa parece ser precisamente la función actual de estas construcciones, de acuerdo con  los restos de excrementos que observamos en su interior.


La mayor parte del terreno donde se desarrollaron los combates son actualmente campos de cultivo, pero existen partes sin labrar como estas donde también se combatió con intensidad. Las paredes de piedra de estas antiguas parideras sirvieron de defensa a los soldados de uno y otro bando. 


No obstante,  convencido de que las tropas republicanas y de Mussolini no solo habían pisado ese mismo terreno sino que habían combatido en él, dejo mi mochila junto a una de las cercas y nos disponemos a investigar. 

Las lecturas del suelo nos revela gran cantidad de metralla y fragmentos de bombas. Sabemos que una brigada acorazada de tanques T-26 al mando del general soviético Dimitri Pavlov y las tropas de Líster y Mera combatieron por esta zona y que la aviación republicana castigó duramente este terreno. 

Los diferentes restos posteriormente recuperados nos ofrece además una visión parcial de lo que ocurrió allí en pequeños y determinados momentos de la batalla.

Algunas determinadas áreas muestran  un fuego intenso de fusilería a tenor de los cartuchos hallados en algunas partes del terreno. Los cartuchos pueden darnos bastante información sobre un combate. Sabemos que el ejército de la República utilizó hasta 16 fusiles diferentes con 9 tipos de calibre. En algunas zonas encontramos cartuchos y balas de fusil de uno u otro bando de diversos calibres. También hallamos casquillos de una pistola de 9mm. A unos 50 metros de la primera línea de fuego, en la retaguardia, hallamos bastantes latas de conservas junto a una de las paredes de la cerca, todas habían sido abiertas a cuchillo o bayoneta. El sitio no fue escogido al azar. Los soldados que comieron aquí, sentados y con sus espaldas apoyadas sobre la cerca, podían sentirse a salvo de cualquier ataque enemigo y comer o descansar con relativa tranquilidad.


Imagen de una de las diferentes latas de conserva que hallamos enterradas junto a una cerca. Se trata de un bote de leche condensada, muy usada durante la Guerra Civil. También encontramos latas de sardinas y de carne. 


También nos percatamos de la importancia que tuvieron los muros de las diferentes cercas que ocupan este lugar. Estas antiguas casas sirvieron como parapetos y desde aquí, los soldados  descargaron sus fusiles con rabia. Encontramos varios "peines" de munición (uno de ellos de fabricación norteamericana), cartuchos y algunas balas. También algunos fragmentos de granada. La batalla en este punto debió ser encarnizada. La disposición de los cartuchos nos indica que las balas fueron disparadas hacia el este y hacia el norte, en dirección a la carretera de Zaragoza, por lo que entendemos que esos soldados se encontraban copados en esas direcciones. Llegó un momento en que los frentes quedaron muy cerca unos de otros, ya que encontramos algunos fragmentos de granadas de mano muy cerca de los parapetos.


Por todo el terreno abunda el material bélico, pero también objetos de la vida cotidiana. Aquí podemos ver algunos cartuchos de fusil, un casquillo de una 9mm, un par de balas, un par de "peines" de fusil, una especie de candil antiguo para iluminarse durante la noche o simplemente calentar una lata de conserva. También hay una insignia y un plato con una taza típicos de la época. En un principio no sabíamos que hacer con el plato y la taza, pero Elena, la esposa de mi amigo Diego, los ha restaurado y ahora lucen muy bonitos. Ya colgaré una foto en su estado actual.


Por último, a unos 25 metros al oeste, hacemos un hallazgo sorprendente. En una de las ruinas rescatamos varios frascos de medicamentos de esa época en perfecto estado, aunque vacíos. El lugar debió utilizarse como enfermería provisional. En uno de los muros derruidos había además un par de fragmentos óseos de lo que parece fue un brazo humano. Quizás se produjo una operación de urgencia que derivó en una amputación por infección de una herida, por un impacto de la metralla o por congelación, ya que las temperaturas de aquellos días estuvieron por debajo de los 10 grados.


El lugar en el que creemos fue utilizado como enfermería provisional había pequeños fragmentos óseos y algunos frascos de medicamentos escondidos entre las piedras de las paredes. El primer frasco de la imagen corresponde a un jarabe para la tos muy utilizado en aquella época. Era usado en niños para la tos ferina y en adultos para la tos rebelde. Aunque con el tiempo ha perdido la etiqueta que llevaba pegada, la marca está labrada en el mismo cristal. Es el célebre jarabe para la tos, Bebé. Con temperaturas que llegaron a los 10 grados bajo cero durante la batalla, los casos de tos debieron ser muy frecuentes en esta zona.
El segundo frasco no sabemos que contenía. Sabemos que el líquido interior se usó para inyectar alguna substancia a los soldados.
El tercer frasco, aunque tampoco sabemos su contenido, está fuertemente sellado y 82 años después aún quedan restos del medicamento en su interior. En el frasco está grabado el nombre de Dr. Aristegui. Este doctor fue un farmacéutico muy célebre a finales del siglo XIX. En 1925 fundó un laboratorio o farmacia que aún sigue funcionando.      

Hemos vuelto al lugar en un par de ocasiones más y aún nos queda mucho por descubrir. Apenas hemos rascado un 1% de la zona a investigar y estamos seguros de que el lugar aún esconde muchas sorpresas. Por desgracia, algunas zonas de este viejo campo de batalla forman parte de extensos campos sembrados que por respeto hemos evitado pisar y así evitar la ruina de una parte de la cosecha.

A continuación y para que el lector se haga una idea y tenga una visión más exacta de como se desarrolló esa batalla, aquí se lo cuento. 


CTV

   
Al comienzo de la Guerra Civil, Franco obtuvo el reconocimiento y la ayuda directa de dos potencias mundiales en su cruzada contra la República. Alemania e Italia. En su contribución a la guerra, Italia se involucró de manera más directa que Alemania. Durante el tiempo que duró el conflicto, los italianos enviaron ingentes cantidades de material bélico acompañado de asesores militares y miles de soldados, algunos, veteranos de la guerra contra Abisinia. Eran los Corpo Truppe Volontarie o CTV. Franco, recibió gratamente un material de guerra muy necesario para imponerse a sus enemigos, sin embargo, el envío de tropas extranjeras que él no había pedido le hacía poca o ninguna gracia. Franco no quería injerencias foráneas que le aconsejara como hacer la guerra. Mussolini era partidario de una victoria rápida, en la que sus soldados fueran protagonistas indiscutibles de ese triunfo. La táctica de "Guerra célere" (estrategia de guerra relámpago consistente en rápidas operaciones motorizadas, apoyadas por la aviación) empleada con mucho éxito en Libia, Abisinia y Málaga y que luego sería copiada por los alemanes en la II Guerra Mundial, ayudaría a acabar con la guerra en cuestión de semanas o pocos meses. 

Las tropas italianas estaban mandadas por el general Mario Roatta y estaban compuestas por la División Littorio (general Bergonzoli); la División Dio lo vuele (general Rossi); División Fiamme Nere (general Coppi); y la División Penne Nere (general Nuvolini). Los medios mecanizados estaban compuestos por un batallón de carros ligeros Fiat-Ansaldo L-3/35, una compañía de carros blindados Ansaldo-Lancia IZ y otra de autoametralladoras. Tenían artillería muy numerosa y contaban con el apoyo aéreo de la Aviación legionaria.


En esta imagen vemos a las tropas victoriosas del CTV a punto de entrar en Málaga.

Tras su "paseo militar" en Málaga, en cuya batalla las tropas italianas actuaron casi de manera independiente, Mussolini quiso explotar su éxito exigiendo a Franco protagonismo casi exclusivo para amenazar la sede del Gobierno republicano en Valencia, con lo que acabaría prácticamente con la Guerra. Sin embargo, Franco estaba obsesionado con tomar Madrid y deniega la petición italiana. Al estancarse en el frente del Jarama, los italianos vuelven a solicitar el protagonismo para cortar la carretera de Valencia. Franco accede imponiendo que los italianos marchen flanqueados por fuerzas españolas. Su objetivo sería romper el frente defendido por la 12ª División republicana, 56 kilómetros al norte de Guadalajara. Para ello, el CTV partiría desde Sigüenza apoyados al norte y al sur por la División Soria, comandadas por el general Moscardó

Tras un bombardeo de artillería y de la aviación, la División Penne Nere (Plumas Negras) atacaría por la carretera de Francia que pasaba por Trijueque, Torija y Guadalajara. La Fiamme Nere (Llamas Negras) atacaría por una carretera secundaria al sureste, que pasaba por Brihuega. El resto de fuerzas quedaría en retaguardia como reserva. La meta era que las dos divisiones se encontraran en el cruce de carreteras de Torija, a 17 kilómetros de Guadalajara. Desde allí, las columnas motorizadas penetrarían rápidamente en terreno republicano rebasando Guadalajara hasta llegar a Alcalá de Henares. Así, Madrid quedaría atrapada entre dos fuegos y su caída sería inminente. Muy pronto, los planes italianos se iban a ir al traste, pues como bien iba a decir una coplilla posterior "Guadalajara no es Abisinia".


       
COMIENZAN LAS OPERACIONES


La mañana del día 8 de marzo había amanecido fría, muy fría. Las operaciones de la ofensiva comenzaron con un bombardeo intenso de artillería italiana sobre las posiciones republicanas, tras lo cual las tropas fueron avanzando con ayuda de las tanquetas. El avance resultó lento y pesado debido a las condiciones climatológicas adversas. Días atrás había llovido y el terreno embarrado ralentizó la marcha de unos vehículos que se quedaban atascados en el lodazal. No obstante, el día 9 por la mañana, los italianos toman Almadrones y más al sur caen Masegoso y Cogollor. Al mediodía, la 12ª División republicana se retira con desorden. Roatta manda a los Plumas Negras avanzar, sin embargo, las tropas no mantienen bien las distancias y se produce un embotellamiento en la carretera de Zaragoza. De todos modos al terminar el día, el CTV ha avanzado 20 kilómetros por esa carretera  y 15 por la de Brihuega.

El mal tiempo produjo atascos importantes en la carretera de Zaragoza. Los italianos fueron blanco fácil de la artillería y la aviación republicana que los ametralló a placer.


El general republicano Miaja ordena rápidamente al teniente coronel Jurado que se haga cargo de la situación en Guadalajara. Se crean dos grupos tácticos: el de Torija, al mando de Hans Kahle y el de Brihuega, a las órdenes del general Lukacs. Un tercer grupo al mando de Valentín Gonzalez, El Campesino, queda como reserva. También se envía una compañía de tanques soviéticos T-26, 60 ametralladoras. dos lanzabombas y una batería antiaérea.

Los primeros contactos entre los Plumas Negras y las unidades de la 11ª Brigada Internacional dan como vencedor a los primeros que avanzan 18 kilómetros. Mientras, más al sur se avanza unos 4 kilómetros al noreste de Brihuega. En la tarde del día 9, los italianos se detienen a causa del cansancio y el mal tiempo. Esto da tiempo para que los tanques T-26 vayan llegando y tomando posiciones en los bosques al sur de Brihuega. Al amanecer del día 10, el 5º Grupo de Banderas toma Brihuega. Sin embargo, el Batallón Garibaldi de la 12ª Brigada Internacional ha llegado al sector y ocupa posiciones en los bosques del suroeste. Los Plumas Negras avanzan por la carretera que va de Brihuega a Torija, pero se ven sorprendidos por los batallones Garibaldi y André Marty, mientras que la columna que avanza por la carretera de Zaragoza se ve frenada por 1.600 hombres de la 11ª Brigada Internacional. La jornada termina con la toma de Brihuega por parte de los italianos y de Miralrío, Bujalara, Jadraque y Castilblanco por parte de la 2ª Brigada del coronel Marzo.


              Mapa de operaciones de los diferentes ejércitos de ambos bandos.

El día 11 llueve con ganas y los Plumas Negras tratan de romper las defensas republicanas y tomar Trijueque, mientras los LLamas Negras deben atacar por la carretera de Brihuega a Torija para envolver a los defensores de Trijueque. Sin embargo, los LLamas Negras son aniquilados por los republicanos apostados y escondidos en el bosque. Los Plumas Negras consiguen desalojar Trijueque y avanzar algo más de 1 kilómetro hacia Torija. Las tropas de Marzo, mientras tanto, han conquistado Cogolludo y Carrascosa.



LA CONTRAOFENSIVA

Ese mismo día, Miaja crea el 4º Cuerpo del Ejército con las divisiones 11, 12 y 14 mandadas respectivamente por Enrique Líster, el  coronel Lacalle y Cipriano Mera

La 12ª Brigada Internacional ocupa la totalidad del bosque entre Brihuega y Torija y esa misma noche el Batallón Garibaldi captura a la plana mayor del batallón de ametralladoras de la 4ª División Littorio, cuyo comandante "canta" como un pajarito. 

La mañana del día 12 es tan fría que comienzan a aparecer casos de congelación entre las tropas.

Los aviones republicanos salen y comienzan a ametrallar y lanzar bombas de fragmentación a los PLumas Negras. Los republicanos son dueños del aire, ya que disponen de  aeródromos cercanos y cementados y pueden salir a hacer incursiones. Los aeródromos con pistas  de tierra de la aviación nacional impide a los aparatos despegar a causa del barro acumulado en las zonas de despegue. Solo al atardecer salen algunos aviones italianos desde Soria para auxiliar a sus compatriotas.


Esta fotografía muestra  todo el material abandonado por los italianos del CTV. 

La batalla sigue su curso a lo largo de la carretera de Zaragoza, pero esta vez es el CTV quién acusa más la pérdida de hombres. Roatta decide relevarlos y por la noche, cuando se deciden a hacerlo, se produce el desastre. Muchos soldados ansiosos, abandonan sus puestos antes de que llegue el relevo. En el otro lado de la carretera, Moscardó toma Copernal, pero detiene el avance cuando tiene noticias de la penosa situación de sus compañeros de armas italianos.

El día 13 por la tarde, la Littorio tiene que abandonar Trijueque ante el empuje de los republicanos.

El día 14, la 12ª Brigada Internacional asedia el Palacio de Ibarra, última defensa de los fascistas italianos en el bosque de Brihuega. La defensa la manda el Camisa Negra Alberto Montanari. A las 11:00 de la mañana el palacio está totalmente cercado. A las 14:00 Montanari intenta una desesperada salida hacia el bosque. Algunos consiguen romper el cerco y llegar hasta Brihuega. Mientras, un destacamento de la 1ª División Dios lo quiere, consigue entrar en el palacio y unirse a la defensa del mismo. Durante horas hay un intercambio de disparos, hasta que sobre las 18:00 los republicanos rompen la resistencia y entran en el edificio. Se combate habitación por habitación, se lucha cuerpo a cuerpo. Algunos italianos huyen, otros se resisten, la masacre es total. 150 soldados italianos yacen muertos en las diferentes habitaciones del edificio. Se captura unos 100 soldados y otros 50 consiguen huir.



En torno al kilómetro 83 de la A-2, dirección Zaragoza, hay un desvío hacia el sur, dirección Brihuega, cuya carretera parte en dos el bosque donde tuvo lugar el enfrentamiento entre italianos del CTV e italianos comunistas. Siguiendo la carretera dirección Brihuega, en la parte occidental del bosque, nos encontramos con una vía de acceso que lleva a la ubicación exacta donde se levantaba el Palacio de Ibarra, actualmente destruido y desaparecido en su totalidad. Sin embargo, un cartel bien visible a un lado del camino explica bien claro que no eres bienvenido a ese lugar. Paralelo a ese camino, al otro lado de la carretera, en el lado oriental del bosque, puedes acceder a pocos metros, a la construcción que se observa en la imagen; Es la Atalaya Arcana. Si nos fijamos bien en la parte superior, tiene un añadido que no forma parte de la construcción original. Son ladrillos colocados de tal manera que forman un conjunto de troneras, listas para disparar y defender esa zona en todos sus ángulos. El lugar está rodeado de encinas tan enfermas que cualquier golpe leve a sus ramas, estas se rompen con facilidad.   


Durante el conflicto, los republicanos italianos lanzan miles de octavillas al enemigo con el testimonio de varios prisioneros, animando a sus compañeros a rendirse y pasarse al otro lado, donde les darán de comer, beber y fumar. En los bosques de Brihuega suenan además  potentes altavoces, invitando a los Camisas Negras a largarse del país o pasarse a sus filas.



FIN DE LA BATALLA

Ambos ejércitos deciden reorganizarse. Los fascistas italianos necesitan reorganizar  sus líneas y los republicanos reiniciar la ofensiva. Con la mira puesta en Brihuega, la República reúne unos 40.000 hombres. Franco decide continuar la ofensiva y se reúne con Roatta el día 18. Pero mientras ambos jefes están parlamentando, más de 100 aviones republicanos empiezan a bombardear las líneas italianas en torno a Brihuega. 30 minutos más tarde, Dimitri Pavlov al frente de 70 tanques al frente, rodea el pueblo y ataca junto a las fuerzas de Líster y Mera.

La actuación del general ruso Dimitri Pavlov al frente de  70 tanques soviéticos T-26 fue decisiva para ganar la batalla. A pesar de este triunfo y una actuación memorable en el frente del Jarama, Pavlov sería ejecutado por orden de Stalin posteriormente, cuando cayó derrotado por la Wermacht en la Batalla de Bialystok-Minsk durante de II Guerra Mundial.  

Tanto la carretera que va desde Torija a Brihuega como la que va de Brihuega al kilómetro 83 de la carretera de Zaragoza es tomada por los republicanos. Las tropas italianas se retiran y retroceden.

El día 19, Roatta pide a Franco relevar a sus tropas por fuerzas españolas. Franco deniega su petición. 

El día 20 tanques rusos intentan progresar por la carretera de Zaragoza, pero el ataque es abortado por la artillería italiana.

El 21, los italianos vuelven a repeler otro ataque. Franco entonces acuerda retirar las tropas italianas el día 23.

El mismo día 23 la 11ª División republicana intenta un ataque en el margen izquierdo en torno a Hita que acaba en el más absoluto desastre. Aunque han recuperado las posiciones perdidas ya no pueden avanzar más y los frentes se estabilizan en torno al kilómetro 97 de la carretera de Zaragoza.

El balance de muertos y heridos en ambos bandos es dispar según el autor. Lo cierto es que las bajas en el bando republicano fueron mayores que en las nacionales. Se estima que aproximadamente los republicanos tuvieron 2000 muertos, 4000 heridos y otros 400 prisioneros. En el bando sublevado las pérdidas se resumen en unos 1.200 muertos, 3.000 heridos, 500 prisioneros y gran cantidad de material de guerra abandonado. 

A pesar de las bajas sufridas, esta fue una gran victoria para la República. Tuvo una gran repercusión a nivel mundial y demostró ante la Sociedad de Naciones la participación directa de Italia en el conflicto español.